Terrorismo y transexualidad son lo que la izquierda diga

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La izquierda es completamente woke y por eso nos crecen los enanos y los oportunistas hacen su agosto. Examinemos para entenderlo dos cuestiones que se han solapado recientemente en la prensa. Hace unos días, Elizabeth Duval, que escribe y tiene un cargo por el partido Sumar, publicó estas afirmaciones: «Los derechos deben ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe. Este caso es más bien un fraude de ley para salir en la prensa y ridiculizar la dignidad del colectivo trans: afirmémoslo claramente y no le demos atención mediática innecesaria». ¡»Buena fe»! Lo decía por la noticia de que un militar trans de Sevilla había exigido utilizar el vestuario femenino por ser mujer en el DNI. El tipo es un hombre completo al que no le falta de nada. Incluso conserva el poco afeminado Paco como nombre de pila. El Diario de Sevilla, por cierto, titulaba la nota así: «Una militar trans de Sevilla», agachando la cerviz como si un ente de semejante categoría tuviera alguna relación con la realidad.

Pero volviendo a Duval. Esta criatura, como tal vez sepan, fue anteriormente un chico y ahora dice que es una chica. No por la «gracia de Dios», ¿eh? Ya no creemos en la Santa Iglesia Católica, pero sí en el «porque lo digo yo» tan propio de esta izquierda que todo lo fía a lo subjetivo. Como subjetivo e inaprensible es que se requiera tal «buena fe» como requisito para aceptar el cambio de sexo de un individuo. Y no la tiene, según Duval, un juez que se limita a aplicar tal cual esa Ley Trans cuya autoría les pertenece a ellos mismos. Si tuviera «buena fe», esa virtud cuyo secreto sólo conoce la izquierda, el tal Paco no nos la hubiera colado.

Lo mismo pasa con la Ley de Amnistía que cocina el Gobierno con las izquierdas identitarias y victimizadas. En este puchero la «buena fe» es el lubricante que nos convencerá de que las leyes objetivas y pautadas sobre el terrorismo no son otra cosa que una treta de jueces blancos, heterosexuales y tiquismiquis. Con este espíritu tan de sentimientos, sensaciones y de «memoria histórica» de parte, nos querrán hacer tragar que la violencia infringida a la ciudadanía por determinadas personas y grupos durante el lamentable episodio del procés era menos mala de lo que recordamos. Y mucho menos mala, desde luego, de cómo la juzgaron los tribunales. Lo mismo que trans de verdad sólo puede serlo un progre, un terrorista de verdad es siempre un facha.

Ahí tienen dos casos de ese wokeísmo subjetivo y autorreferencial con el que no hay forma de utilizar los instrumentos de la razón. Sólo persigue anular la necesaria imparcialidad y objetividad de los jueces. Opiniones y sentimientos los tenemos todos y muy variados. Sólo podemos ponernos de acuerdo en lo objetivo, en lo medible. Esa idea de incluir los delitos de terrorismo en el perímetro de la Ley de Amnistía siempre y cuando «de forma manifiesta y con intención directa» los terroristas no hayan causado «violaciones graves de derechos humanos» es una aberración más de este gobierno degradado. Tenemos que exigir datos y pruebas para que caiga el velo de la farsa. Como en el caso de la número 2 del PSOE en la Asamblea de Madrid, Marta Bernardo, que debidamente preguntada no pudo aportar ningún ejemplo de delito de terrorismo que sea respetuoso con los derechos humanos. Interrogada por OKDIARIO respondió: «No, no le puedo poner ningún ejemplo. No porque no haya sino porque, le vuelvo a repetir, me remito a las palabras que ha dicho el secretario federal de Justicia de mi partido y a la vez el ministro de Justicia».

Sí, esto es la pseudo filosofía woke. Hay que derribarla.

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