SOS Europa
“En una escalada sin fin para centralizar el poder, controlar los medios de comunicación, la educación, la cultura, acosar a la sociedad civil… Colegas esto es vergonzoso. Es un ataque a los valores de nuestra Unión Europea y un ataque demoledor a nuestra reputación internacional. Esto no puede seguir así. ¿A qué espera el Consejo Europeo, a qué espera la Comisión Europea? Es hora de despertar, es hora de reaccionar contra lo que está pasando. Hemos construido la Unión Europea para preservar la democracia y es totalmente inaceptable que esto esté ocurriendo. Colegas, el silencio es cómplice”.
Cualquiera que lea o haya escuchado estas palabras creerá sentir cierto alivio porque por fin alguien describe lo acontecido en España con las medidas impuestas por el gobierno socialcomunista para detener supuestamente el avance de la pandemia. Pero lamento decirles que no es así. Se trata de parte del discurso del pasado jueves en el Parlamento Europeo contra…, Hungría. ¿Y la autora de esas palabras? Una socialista y, para más inri, española. Sí, Iratxe García, que es presidenta de los socialistas en la cámara europea, se dio el gusto de arremeter contra ¡Hungría!, mientras España asiste a su mayor retroceso en el ejercicio de derechos y libertades desde los tiempos de la dictadura. Sí, coincido -como usted seguramente pensará- que es el colmo del cinismo. Algo similar a cuando países que persiguen a su población quieren postularse a presidir comisiones en defensa de los Derechos Humanos en la ONU.
La estrategia utilizada por la izquierda es precisamente la que mi amiga Helena dice cuando alguien está desposeído de buenos argumentos: “cuando no tienes razón, crea lío y confusión”. Si a eso le sumamos la pretendida superioridad moral que la izquierda cree ostentar, tenemos un cóctel explosivo servido para esconder una cadena de negligencias, errores y torpezas obra de socialistas y comunistas en la crisis del Covid-19. El Parlamento Europeo admitió precisamente esta semana que España constituye una “excepción” dentro de la Unión Europea al haber recurrido a la vía más coactiva si lo comparamos con lo que han hecho el resto de los estados miembros. Por ello, el SOS Europa está de sobra justificado.
Conviene incidir en ello. Ningún país de la UE, ni siquiera Polonia, ni Hungría, clásicas fijaciones de la izquierda ideológica, de sus aparatos mediáticos y lobbies, han usado mecanismos establecidos en sus constituciones para confrontar la pandemia. Sólo España ha recurrido a la figura del estado de alarma. Los demás han empleado figuras legislativas llamadas “estados de alarma sanitarios” que es lo que el Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias quiere hacer a partir del mes de julio, es decir, más de tres meses y medio después del confinamiento masivo.
La semana que viene durante la sesión parlamentaria en la que el Gobierno querrá imponernos la nueva prórroga de 30 días del estado de emergencia será el momento de poner ante el espejo a un presidente que quiere poderes absolutos, sin un parlamento que lo fiscalice y regir a golpe de reales decretos-ley y órdenes ministeriales. Este tipo de actitudes son inadmisibles en la Unión Europea a la que pertenecemos. Será el momento de mostrarle como su acción legislativa no ha servido para evitar el contagio de miles de personas, ni para evitar ser el país con más muertos del mundo. Tan sólo ha servido para llevarnos al peor de los rankings europeos en vulneración de derechos y libertades. Porque a pesar de que el ministro del Interior diga que los derechos están resguardados por los tribunales, es el gobierno quien tiene la obligación primera de garantizar su ejercicio, y los jueces podrán decir o no que se han quebrantado, pero claro eso siempre llega cuando el daño ya está hecho. Y a eso es lo que juegan Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.