Sánchez huye del lodazal (y no es un bulo)

Sánchez huye del lodazal (y no es un bulo)

La semana pasada hablábamos del próximo Congreso Federal del PSOE, convocado anticipadamente por Sánchez para cerrar filas en su partido, abriendo la posibilidad de adelantar también las elecciones generales. Pero el martes 29 la vida para muchos españoles  cambiaba radicalmente y desaparecían de la actualidad informativa, lo que hasta ese momento acaparaba la atención en todos los medios de comunicación nacionales.

El caso Errejón desaparecía, acompañado de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz y de la ministra Mónica García como las lideresas respectivas de Sumar y Más Madrid, las «feministas» formaciones, cuyo portavoz  es un líder abandonado y caído. En cuanto a la actualidad internacional, hasta Trump y  Harris han desaparecido durante esta pasada semana, cuando este martes son las elecciones estadounidenses y las más competidas de la Historia reciente.

La situación nos evoca y remite a la reflexión en torno a lo efímero de la vanagloria y preocupación mundanas, que se recoge en la conocida frase latina «sic transit gloria mundi». Con ella se le recordaba al jefe militar que era homenajeado al regresar victorioso a  la Roma imperial,  que «esa fama y gloria era efímera y pasajera». Algo similar se le puede aplicar a la España conmocionada ante la tragedia que ha asolado y asola -convertido  en un auténtico lodazal-  a una amplia zona de la provincia de Valencia, causando gran número de víctimas mortales.

Las preocupaciones e ilusiones mundanas del lunes 28 de octubre, han adquirido su auténtica dimensión ante la evidencia de su efímero valor. En ese contexto se entiende mejor el romance del gran Francisco de Quevedo que en un contexto de particular tribulación del Imperio español  en el que «no se ponía el sol», escribía: «Miré los muros de la patria mía / si un tiempo fuertes ya desmoronados/…/ salíme al campo, vi que el sol bebía /los arroyos del cielo desatados/ ../ y no hallé cosa en que poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la muerte».

En particular es la imagen que este domingo se ha trasladado a la opinión pública nacional -y para nuestra desgracia también internacional- de nuestra España. Que ante una tragedia de la dimensión de la que nos asola, la respuesta que se transmita sea la del insulto y la amenaza, resulta desolador. Y también porque la respuesta dada a los habitantes de la localidad donde se sitúa el epicentro del drama, el fango y la indignación, dista demasiado de ser la que se le exige y supone  a un país que se sitúa entre  los de la vanguardia del desarrollo.

Por desgracia no son infrecuentes estas tragedias en la actualidad, sea en Europa o en otros continentes. Las imágenes de Francia, Alemania, Turquía, Marruecos, etc, con inundaciones y terremotos están de actualidad en nuestra memoria, y no tenemos conciencia de que algo similar hubiese ocurrido en esos países.

Afortunadamente el Rey, acompañado de la Reina, (y del presidente de la Generalitat valenciana pese a su cuestionable gestión de la emergencia),  estuvieron a la altura que de ellos podíamos esperar, salvaguardando la dignidad de la Corona y la Jefatura de nuestro Estado. Precisamente el Rey ha reivindicado que ese Estado esté en primera línea de ayuda a los damnificados, lo que es de especial importancia tras la patética conducta del presidente del gobierno Pedro Sánchez.

Su huida del epicentro de la indignación, dejando a los Reyes solos dando la cara ante los vecinos, le va a acompañar hasta el final. No extraña que las redes sociales estén plagadas de imágenes de todo tipo que recuerdan su lamentable afirmación impropia de un presidente del Gobierno: «Si necesitan ayuda, que la pidan». Cuál si la tragedia y el sufrimiento de tantos españoles fuera para él una preocupación secundaria, manteniendo una actitud pasiva.

Ahora se ve reflejado en una imagen de su coche huyendo de Paiporta con el cartel «Pedro si necesitas ayuda, pídela». Y también otra con él ante el micrófono en la sala de prensa de Moncloa: «Viernes: Si necesitan ayuda, QUE ME LA PIDAN». «Domingo: Sacadme de aquí QUE ME LAPIDAN». Creo que las circunstancias obligan a que ahora -con su «retiro» de 5 días o no-, comparezca ante los españoles y anuncie que esta vez va en serio, y  se va.

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