Sánchez es capaz de pactar con el mismísimo demonio para seguir en el poder
El acercamiento del socialismo a Bildu va mucho más allá del acuerdo alcanzado por el Gobierno con los proetarras para garantizarse su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Los socialistas vascos llevan ya meses poniendo en marcha una estrategia de aproximación a los herederos políticos de ETA. Idoia Mendia, secretaria general del PSE, ya dejó claro hace un año que el acuerdo presupuestario en Irún con EH Bildu marcaba el camino a otras formas de gobierno en el País Vasco más allá de los habituales acuerdos con el PNV. El resultado de las elecciones vascas no permitió al PSE ahondar en esa vía, pero parece evidente que la estrategia futura pasa por ir separándose de los nacionalistas vascos para tejer alianzas dentro del espectro ideológico de la izquierda.
El socialismo vasco tiene claro que con el PNV siempre desempeñará un papel secundario y no quiere seguir siendo su muleta. Hasta ahora, ese papel le servía al menos al PSOE para garantizarse, previo pago (con el dinero de todos los españoles), el apoyo de los nacionalistas vascos en el Congreso de los Diputados (hay que recordar que fueron los votos del PNV los que hicieron posible que Sánchez llegara a La Moncloa), pero la estrategia de Sánchez se orienta ahora a apuntalar su acercamiento con los proetarras, en parte porque es consciente de que el apoyo del PNV, que en el País Vasco rivaliza con un BIldu cada vez más fuerte, no se fundamenta en razones ideológicas, sino de pura conveniencia para ambas partes. De ahí que Sánchez empiece a abrazarse peligrosamente a las tesis de Pablo Iglesias, partidario de una gran alianza de las formaciones de izquierdas, con ERC y Bildu como principales activos.
En definitiva, el socialismo va a proseguir en su objetivo de ir blanqueando paulatinamente a los herederos políticos de una banda de asesinos. Con ellos y con los golpistas catalanes de ERC, más Podemos, Sánchez ha decidido continuar su viaje. La sangre derramada de los socialistas asesinados por ETA ha pasado a formar parte del olvido en un partido que entre los votos y la dignidad ha optado por lo primero, convencido Pedro Sánchez de que su continuidad en La Moncloa depende más que nunca de los enemigos de España. Y como España le importa lo justo, tampoco va a sufrir un ataque de responsabilidad a estas alturas. Sería capaz de pactar con el mismísimo demonio para seguir en el poder.
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