Un Rey marcado por el legado de su madre

Rey Carlos III

El primer discurso de Carlos III como Rey de los británicos tuvo un marcado carácter emotivo, con su madre, la Reina Isabel II, en el centro de una intervención en la que el monarca le rindió un sentimental tributo. Sus palabras trataron de empatizar con el pueblo por la vía de ensalzar los valores que encarnó la soberana recientemente fallecida. El mayor reto al que se enfrenta el nuevo Rey es, precisamente, el de tratar de evitar que los británicos valoren su gestión utilizando como patrón de referencia a su antecesora en el trono, porque ni el contexto ni el perfil del nuevo Rey son iguales. Desde luego habrá de dejar su impronta con discreción y cautela, porque el tiempo y la coyuntura política son distintos y porque Carlos III habrá de enfrentarse a nuevos retos desde su propia idiosincrasia. Sin duda, una de sus primeras obligaciones será la de ganarse la confianza de los británicos, algo que no se consigue a las primeras de cambio y que su madre logró ejerciendo de forma abnegada el poder. El éxito de Isabel II fue el de encarnar la Monarquía, soportando el peso del trono con una dedicación y sacrificio encomiables.

Los retos de Gran Bretaña como nación pasan indefectiblemente por mantener la unidad nacional y resituarse en Europa y en el mundo después de su compleja ruptura con la UE. Ya no es tiempo de proyectos imperiales, sino de apuntalar la cohesión nacional resolviendo los desafíos de Escocia e Irlanda y abordando la crisis económica que ha emergido con fuerza cogiendo al país con el pie cambiado como consecuencia de los efectos provocados por el Brexit. Que haya habido cuatro primeros ministros en seis años revela hasta qué punto la inestabilidad política se ha instalado en Gran Bretaña. Este es el país que coge el nuevo Rey. Hasta ahora, la Monarquía estaba sólidamente asentada en la figura de una mujer que era referente político y espiritual. Carlos III no tiene que parecerse a su madre, pero sí lograr que el pueblo le vea más como una solución que un problema. Y eso, en los tiempos que corren, no es nada fácil.

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