Retrato de Sánchez

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Pocas veces un personaje ha sido capaz de retratar sus virtudes en un silencio de 14 segundos como lo hizo ayer Pedro Sánchez. “Usted, si no consigue ser presidente el 10 de noviembre, ¿dimitirá como líder del Partido Socialista?”, preguntó un compañero de OKDIARIO al presidente del gobierno en funciones. El rictus presidencial osciló, como un metrónomo, de la ira a la incredulidad mientras balbuceaba “yo soy el representante de la fuerza más votada”.

Tal fue la parálisis argumental del jefe del Ejecutivo que, por momentos, parecía que la tecnología le había jugado una mala pasada congelando la emisión de un telediario dispuesto ad hoc para su mayor gloria. El enarcado nervioso de cejas y el desprecio exhibido ante la repregunta de otro periodista delató la vacuidad y la soberbia de un personaje iracundo, que, en ocasiones y como diría Valle Inclán (genial en el arte del insulto), da la sensación de ser un hombre que, cuando come besugo, “está cometiendo la homofagia”. Me vino a la cabeza la reflexión del personaje de Beatriz sobre Benedicto de Padua en la obra de Shakespeare Mucho ruido y pocas nueces, “eso es, efectivamente, no otra cosa sino un hombre adornado”. Sánchez en estado puro.

Mucho tendremos que reflexionar los periodistas sobre nuestra incapacidad o desinterés en retratar a un sujeto cuyo desprecio a la prensa ha convertido la crónica política en un pie de foto, que cree que “su trabajo es dirigir al resto de idiotas y paletos hacia la luz“(Roger Ailes) a base de fogonazos de tacticismo que esconden una incapacidad alarmante para resolver las necesidades, preocupaciones e inquietudes reales de la gente.  Sobrevive en la confrontación y, claro está, vamos a elecciones.

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