Una Reina que no oculta sus canas

Reina Letizia
Reina Letizia

Que el paso del tiempo contribuye normalmente a atemperar el carácter y a ver las cosas con cierta relatividad es un hecho probado aunque siempre hay excepciones, por supuesto. Pero, en general, al ir alcanzando la madurez e ir cumpliendo años hace que las posturas ante la vida se vayan relajando y lo que antes veías indispensable pasa a ser relativo y pierde fuerza y puestos en tu escala de prioridades.

Todo lo citado en el párrafo anterior se refiere al cambio de actitud de la Reina Letizia en sus apariciones públicas, cuando está cumpliendo con lo que ella considera su trabajo que lleva a cabo de forma totalmente profesional. Desde hace ya años, aunque se ha percibido con claridad en los últimos meses, la Reina Letizia ha relajado bastante la rigidez y poca expresividad de su rostro para pasar a sonreír con mucha más frecuencia y  mostrar más empatía con las personas con las que tiene que intercambiar impresiones y a las que debe mostrar un marcado interés por las actividades que desarrollan y que las han llevado ante ella.

También en estos últimos tiempos, sus apariciones junto al Rey Felipe, su marido desde hace casi 18 años, han reflejado otra estampa en la que ella se apoya en el brazo del Monarca, quizá llevada por la búsqueda de más estabilidad en sus pasos, que necesita dada su afición a calzar unos altísimos tacones de aguja. Pero no es solo en esos momentos cuando se proyecta una imagen más amable y cercana de la pareja, sino también cuando ella exhibe una sonrisa sosegada que la aproxima al hombre con el que decidió compartir su vida y formar una familia que cumpliera el objetivo de todo príncipe heredero: dar continuidad a la cadena dinástica para asegurar la sucesión en el Trono de la Casa Real Española.

La perfección ha sido uno de los objetivos prioritarios de la vida de doña Letizia desde que era una joven estudiante hasta que se convirtió en princesa de Asturias y después, en Reina, sin olvidar sus aspiraciones como periodista de alcanzar puestos destacados en la profesión. Todo eso ha ido perdiendo puestos en sus aspiraciones vitales para dar paso a una Reina que trata de compaginar su vida institucional con las obligaciones familiares que para ella son tan importantes. Letizia Ortiz Rocasolano, la persona que dejó su profesión por amor a pesar del intenso amor que también sentía por el ejercicio del periodismo, está logrando equilibrar en este año en el que ella cumplirá 50, su papel de Reina consorte, escaso de contenido propio en la Carta Magna, con su vocación de mejorar la educación en España, con su preocupación de hacer la vida más viable a los afectados por las enfermedades raras, con su dedicación a reparar la vida de las mujeres maltratadas y explotadas sexualmente, así como a buscar que mejore la forma de alimentarse de niños y mayores.

Su decisión de dejar que se vean algunos cabellos blancos de su espléndida melena va más allá de un mero gesto de estética: se trata más bien de una señal de aceptación de las ineludibles huellas que el paso del tiempo va dejando en ella.

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