Y el pulgar del César dijo: «He decidido seguir»

Pedro Sánchez

«Decíamos ayer…», y por desgracia- para el bien de España-, no estábamos equivocados. Sin duda, al igual que pensaban muchos otros compatriotas: que el personaje Pedro Sánchez iba a continuar. En línea con su manual de resistencia, donde no se conjuga el verbo dimitir, y «con más fuerza si cabe», según proclamó. Tras desear buenas tardes a las 11 de la mañana, y pronunciar una homilía de ocho minutos, cual segunda parte de la anterior escrita el pasado miércoles, el César, tras un largo suspense, compareció con el dedo pulgar levantado hacia arriba. Lo hizo después de cinco días, con él deseando convertirse en protagonista único y supremo de la actualidad, tratando a los españoles cual si fueran sus súbditos.

Es fácil imaginar la entusiasta aclamación que seguiría a ese signo digital por parte de sus auténticos súbditos: sus militantes y votantes socialistas, sanchistas y ante todo y sobre todo, muy progresistas. Por supuesto, acompañados en su entusiasta delirio por los diversos colectivos estabulados en el pesebre subvencional sanchista, entre otros, los vistos en estos días, autocalificados nada menos como los «representantes del mundo de la cultura».

Ha sido un número propio de émulos populistas, desde Mao Tse Tung a Perón, pasando por Chávez y cuantos con vocación de autócratas han existido y siguen existiendo a lo largo de la Historia. Relación a la que él se ha incorporado bajo palio- aunque laico, pero con silla gestatoria incluida – portada y encabezada con entusiasmo por la Montero, Óscar Puente, Bolaños, y Almodóvar, éste entre lágrimas, para hacerle frente al «movimiento reaccionario mundial». Apoyado por la PSOE, convertido en el PS, Partido más Sanchista que nunca, sin más proyecto político, ideología ni pensamiento, que acceder y permanecer en el poder como objetivo único, siempre a la orden de la coyuntural pero «firme» opinión de su líder supremo.

Quiere ser un «ejemplo para el mundo» y para ello ha protagonizado un episodio totalmente impropio de una democracia occidental y una sociedad culta, democrática y con autoestima. Ha mantenido en vilo durante cinco días al partido de su propiedad, y les ha comunicado que para defender a la democracia, su opinión es que debe continuar en la Moncloa. Ya se anuncia implícitamente una descarada amenaza a la reaccionaria «derecha y ultraderecha» judicial, mediática y política.

Si osan criticar su honestidad personal y política. Y por supuesto también la de su mujer. Incluso ha llegado hasta el extremo de manipular al Rey acudiendo a la Zarzuela, cuando para comunicarle esa decisión hubiera bastado una simple llamada telefónica. Claro que filtrando esa visita, para mantener hasta el último instante el suspense sobre su persona haciendo creer que iba a dimitir. Llegó a calificar en su día al gobierno de Rajoy de «coche sin gasolina, y por tanto, inútil» por carecer en aquel momento de presupuestos; y no mira el suyo en el espejo, carente de ellos.

Según ha dicho, la movilización ciudadana y la de su partido, han sido claves para «seguir y con más fuerza, si cabe», lo que resulta un tanto sorprendente, ya que es descriptible tal éxito en comparación a otras movilizaciones recientes y no en apoyo suyo precisamente, como las convocadas contra su amnistía, porque Sánchez ha polarizado la política hasta un nivel desconocido. Su decisión no significa para él «un punto y seguido, sino un punto y aparte» secundado por Yolanda, para hacer frente al fango que «su mujer y él llevan padeciendo desde hace 10 años». Ignorábamos que desde 2014 existiera el caso Koldo o el Pegasus por ejemplo, entre otras razones, porque ese programa informático y la pandemia no existían entonces. Y tampoco él era el presidente del gobierno, faltaban cuatro años para su moción de censura motivada «para preservar la calidad de nuestra democracia».

Pero quizás ha medido mal sus fuerzas y puede ser (para el),»peor el remedio que la enfermedad». En el pueblo español subyace un remanente de hidalguía estilo de Fuenteovejuna, poco dado a esa ovejuna sumisión sanchista.Y este ovejuno espectáculo quizás inspire otro, en la línea del guión de Lope de Vega.

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