Opinión

Puigdemont, un pelele peligrosísimo

Se inaugura, estalla el verano, la estación en la que los necios se dan a las aventuras prohibidas. De ahí que no se haga raro que la hiena Iglesias y la fregona Puigdemont encabecen y azucen sendos golpes criminales contra España. Pero no todo son desatinos veraniegos. La sensatez también tiene cosas que decir. El Ayuntamiento de Lérida, tras rechazar la cesión de espacios municipales para un hipotético o ridículo referéndum ilegal, ha tenido a bien admitir una sugerencia de Ciudadanos: invitar y acoger a la selección española de fútbol para jugar un partido en su tierra, que es la nuestra.

La fregona —títere con flequillo y de apariencia humana, ese mismo monigote que las huestes separatistas sacan a la calle para que sea continuamente manteado— es un pelele peligrosísimo que se excita con la canícula y que merece el mote de enemigo público. La escena de grave confusión y desorden cerebral en la que hoy se halla Carles Puigdemont resulta una débil imagen del espíritu que ilumina a esta marioneta de Artur Mas y del independentismo catalán. De haberse frotado los circuitos neuronales con Lagarto, un jabón tosco pero eficaz, no derraparían de modo tan alarmante sus neuronas.

Al estar el fantoche fuera de su acuerdo resulta imposible explicarle que la soberanía no es una tarta que se pueda repartir. Y como a los tontos los paren en hatillo, otro zote veleidoso, el cisne Sánchez, se suma a la escisión sacándose de la chistera un ‘estado plurinacional’. Está visto que el solsticio de verano fríe las meninges. Con la calor, los infradotados desparraman, aunque nadie iguala al mamarracho de la fregona en desvaríos. Envuelto en la señera estival, comparó la lucha contra ETA con el ‘procés’, cosa que animó a las víctimas del terrorismo a abuchearle y gritarle: “¡Sinvergüenza!”.

En fin, Puigdemont, todo tu talento político cabe en un dedal. Te has enrolado en una travesía pirata que ha puesto proa hacia el desastre. Tu patético código ético se basa en tu ego cateto concebido en una provincia que dio de mamar a los romanos, así que corta el rollo y no sigas tirándote el pego de conquistador de la nueva Cataluña. De ser honrado y no un chisgarabís, antes de abrir la boca para proferir soflamas, lo que deberías hacer como president de la Generalitat es restituir los 75.443 millones de euros que la sardana le adeuda a las arcas públicas de la nación española. ¡Que la pela es la pela!