El PSOE quiso matar a Almeida por ser víctima de una estafa y calla cuando el Sanchismo cobra mordidas

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Ustedes quizás son muy jóvenes para acordarse, pero en la primavera de 2022 toda la izquierda española estaba pidiendo la dimisión de Almeida por ser la víctima de una estafa en la compra de mascarillas durante la pandemia. Repito, la víctima.

¿Se acuerdan? Presuntamente, Luceño y Medina estafaron al Ayuntamiento de Madrid ofreciéndoles unas mascarillas con un coste muy superior al real en el que la diferencia entre el precio de compra real y el de venta al Ayuntamiento eran precisamente las comisiones millonarias que se llevaban ellos como intermediadores, a pesar de que habían dicho de forma expresa al equipo municipal encargado de la gestión que esto ellos lo hacían por una cuestión patriota.

En resumen: los intermediadores se forran a costa de estafar al Ayuntamiento durante lo peor de la pandemia. ¿Qué hizo la izquierda en ese momento? Intentar destruir a Almeida por tierra, mar y aire pidiendo su imputación, su dimisión, comisiones de investigación y paliza en plaza pública por haber sido la víctima de un delito. Es la versión política de culpar a una víctima de abusos por llevar la falda demasiado corta.

Ahora cojamos el mando y demos al botón de avanzar rápidamente hasta el invierno de 2024. Se descubre una trama de corrupción con comisiones multimillonarias en las que, presuntamente, esta vez son el propio Ministerio de Transportes, el Govern de las Islas Baleares, el Gobierno de Canarias y el Ministerio del Interior los que deciden contratar a una empresa fantasma a cambio de que los propios altos cargos y asesores de las instituciones públicas cobren mordidas por adjudicar los contratos. Es decir, en este caso no es que el Gobierno sea víctima de una estafa por parte de la empresa o el intermediador, es que son cargos del Gobierno los que se benefician económicamente de contratos. Aquí el corrupto no es el intermediador, es el Gobierno.

¿Y qué hace la izquierda? Transformar completamente el relato.
Que estuviéramos en pandemia mientras estafaban al Gobierno de Almeida era un agravante, ahora que cargos del Gobierno cobraran mordidas mientras morían miles de personas es un atenuante, porque como dice Ángel Víctor Torres, estaban muy nerviosos y se pudieron cometer errores.

Lo que en Madrid fue una batalla cruenta por intentar imputar hasta a funcionarios del Ayuntamiento sin que ni una sola persona acabara procesada era para la izquierda una sombra de sospecha inasumible, pero que ahora hayan detenido a la mano derecha del Ministro plenipotenciario del sanchismo es simplemente una manzana podrida que nada tiene que ver con el Gobierno.

Que el primo de Almeida conociera al hermano del amigo del primo del cuñado de Luceño era un escándalo nacional que demostraba la culpabilidad del Ayuntamiento, pero aquí que Koldo fuera el dueño y custodio de los avales de Pedro Sánchez y el protagonista de uno de los capítulos de su libro Manual de Resistencia es una simple casualidad que en absoluto explica una relación personal entre el protagonista del caso y el Presidente del Gobierno.

Esto no puede ser. Pedro Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno de España gracias a una moción de censura bochornosa teóricamente justificada en un caso ridículo de corrupción, y hoy están a punto de hacer desfilar por los juzgados a dos Ministros, a la Presidenta del Congreso y a un ex presidente autonómico por cobrar mordidas tan sórdidas que ni a Tito Berni se le ocurrirían.

No podemos dejar que esta doble moral nos aplaste ni nos domine. El Gobierno debería pedirle perdón a Almeida por su trato injusto y nosotros deberíamos exigir que se depure hasta la última responsabilidad por esta fechoría corrupta tan típica de la izquierda. Y esto, como siempre, caiga quien caiga.

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