PP: Abandonen la Comisión de la Mentira

PP: Abandonen la Comisión de la Mentira

Dice un periodista más o menos afecto al régimen imperante, que Sánchez se tragó, de entrada, el sapo de convertir el invento de “Pactos de la Moncloa 2” en una comisión parlamentaria a la que, a duras penas, le obligó Casado. Pero sugiere a continuación que, con el sapo en la barriga, Sánchez se encargó de hacer de la susodicha Comisión un chiringuito para su mayor honra y gloria. Y el PP, dado que la tortilla se ha dado la vuelta, ha tenido que metabolizar ahora un anfibio de toma y pan y moja, que no otra cosa es la designación (lo de elección es una broma a la búlgara) de Pachi López, como presidente. Esa decisión es algo más que una iniciativa sectaria; es un zurriagazo al sentido común. Marcha ahora López con la furia del converso arremolinada en su instinto de supervivencia. Se enfrentó en unas Primarias a Sánchez y, después de espetarle su ignorancia (o desdén) sobre lo que es España y lo que significa: “No sabes -le quiso avergonzar- lo que es una Nación”, perdió y se quedó en la indigencia política, con el rabo entre las piernas. Desde entonces aparece siempre, para sumar méritos, como uno de los jefes de la claque sanchista, esa que conforma el trío del gafe Simancas y la deslenguada Lastra, esa que aplaude como si fuera una función de aburridísimo Buero Vallejo.

Es López vicepresidente ya de otra Comisión del Congreso, la Constitucional, lo cual es como si este cronista fuera el arquitecto jefe de las obras de remodelación del Estadio Bernabeu. Ahí cobra unos euros más que el resto de los diputados, y ahí tendrá, como los curas, que binar en la Comisión de la Mentira. Su primer acto como tal ha consistido en advertir que en su reducto partidista no cabe la investigación de lo realizado hasta ahora con la pandemia. O sea, para entendernos, que está dispuesto a impedir que los españoles sepamos, de una vez por todas, por qué su nuevo ídolo Sánchez ha gestionado tan mal, y de forma tan parcial, la tragedia que nos lleva acarreados, según los estudios estadísticos más fiables, la horrenda cifra de 45.000 fallecidos. Conocer la verdad sobre sus desmanes sería absolutamente imprescindible para vigilar cómo se afronta la realidad de ese vocablo estúpido que atiende por “desescalada”, pero no va a ser posible: López, sumiso, ya ha avisado que no lo va a consentir. De este modo, quedará ileso el cúmulo de errores, falsedades, contradicciones y rectificaciones que han jalonando, y siguen jalonando, el combate contra la crisis sanitaria más extensa que haya conocido el mundo desde la mal llamada “gripe española” de 1918.

López, por si no da abasto, que no lo va a dar, se ha asegurado el contagio, y la conmilitancia con el vicepresidente comunista y con una secretaria, también del PSOE, es decir, la inviabilidad de que en ese remedo de circo parlamentario se pueda conocer otra cosa que no sean los planes futuristas contra el virus del Gobierno del Frente Popular. Merced a estos garabatos antidemocráticos, la citada Comisión no va a reestructurar nada, como enfáticamente designa en su formación, sino que va a ser un inmundo altavoz del Gobierno para destruir cualquier capacidad de oposición. Pachi ordenará, vía obediencia ciega, la hibernación de las sesiones de trabajo hasta convertir la Comisión en un instrumento ridículamente inservible, como si se atuviera a aquella máxima que dejó Napoleón para la posteridad: “Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un Comité”. Pues a eso vamos. Pintiparada queda la cita.

Sánchez, una vez más, ha desactivado el Parlamento con formas, como las descritas, rigurosamente intolerables. Y con modos al más puro estilo soviético; ¿cómo si no se puede calificarse la votación a mano alzada con la que se constituyó la Comisión? En China estos mismos días se está reuniendo la Asamblea del Partido Comunista para refrendar a sus prebostes y a todo lo que éstos manden; votan, naturalmente a mano alzada, no vaya a ser que a algún disidente despistado le dé por expresar lo que piensa. Ese es el ejemplo a seguir de la coyunda social comunista.  La fórmula, en todo caso, ha deparado un dato sustancioso de interés: que, por segunda vez consecutiva, los Ciudadanos de Arrimadas se han decantado, con su abstención, más hacia el Frente Popular que hacia el Partido Popular. Es una prueba más de que Arrimadas ha decidido moverse hacia la siniestra. El PP no debería desdeñar este movimiento, ni tampoco, obligarse a contribuir a la pantomima. Ya se han equivocado una vez con el estado de alerta, y les queda enmendarlo. ¿Cómo?: abandonando la Comisión de la Mentira. Esta, ni mucho menos, es la que Casado propuso.

Lo último en Opinión

Últimas noticias