La pestilente memoria histórica de ETA

Resulta vomitivo que los herederos de una banda de asesinos hayan encontrado pista libre para convertir a la sanguinaria Iratxe Sorzabal, jefa de ETA y condenada a 24 años de cárcel, en mártir y víctima de la ‘guerra sucia’ del Estado español. El colmo de la infamia es que alguien que ha reconocido su participación en más de una veintena de atentados pida ahora una indemnización por torturas policiales. Lo que está ocurriendo en España es que el sanchismo ha blanqueado hasta la náusea a los verdugos convirtiéndoles en víctimas, un perverso y obsceno falseamiento de la realidad que supone aceptar los postulados de la pestilente memoria etarra. Ya no es que hayan pisoteado la dignidad del Estado y de la democracia española, sino que este Gobierno ha hecho cima en el oprobio al invertir de forma obscena el relato histórico de aquellos años marcados por la violencia terrorista. Lo más inmoral es haber olvidado a las víctimas del terrorismo y colocar el supuesto sufrimiento de los etarras y sus familias por encima del dolor y la reparación moral de quienes sufrieron en sus carnes la violencia etarra. A la gente de bien la han dejado sin memoria y a ETA le han comprado su relato sin matices. Esto no habría sido posible sin la activa participación del sanchismo en la rehabilitación ‘moral’ de una banda de asesinos. Y lo ha hecho por una razón igualmente inmoral: para garantizarse el apoyo de los herederos de ETA y construir con ellos ese sedicente progresismo que no es otra cosa que la apoteosis de la ignominia.