La perversión del presidente del Gobierno ante una tragedia nacional
Diecisiete días desde el comienzo de la tragedia de Valencia, Castilla-La Mancha, en Letur, y Andalucía, en Málaga. El Ejército pudiendo haber estado desde el minuto uno plenamente desplegado no lo hizo, lógicamente no porque no quisiera, dado que la UME acudió desde el primer momento, pero sin darse la orden desde el gobierno para hacerlo en pleno, para sólo hacerlo de manera muy poco visible cuatro días después y de manera reducida.
Hoy el Ejército debería desplegarse al máximo, aun después de 17 días, para cubrir los muchísimos pueblos afectados de cara a la búsqueda de cadáveres – solo hace dos días han aparecido dos niños-, retirada de impedimentos de todo tipo, suministro de agua y de necesidades básicas, construcción y reparación de infraestructuras básicas, sanidad, y un largo etcétera de necesidades cuando una ciudad es arrasada por un bombardeo, por poder imaginar muy gráficamente la cruda realidad que estamos viviendo.
Todo lo necesario para reconstruir desde cero una ciudad devastada, en este caso muchísimos pueblos arrasados, y atender a sus habitantes que se han quedado sin nada. Esa es la situación.
Es decir, todo el Ejército, los tres ejércitos, son necesarios durante mucho tiempo, ante una tragedia tan extraordinaria, además de todas las demás fuerzas civiles, bien coordinadas por un mando único.
¿Qué significa todo esto? Una cosa muy fácil de entender. Todo lo conducente a que todo lo anterior no se haya producido y sigue sin hacerse, que es clamoroso y criminal, se debe a la actitud dolosa y gravísima, y además continuada del presidente del Gobierno, al no aplicar la ley de emergencia nacional y de seguridad nacional y cualquier norma que ante un desastre así pone en marcha el total de los medios del estado desde el minuto uno.
Evidentemente, quien así mismo tienen facultades delegadas son los ministros de Interior, de Transición Ecológica, Defensa, entre otros, con el mismo comportamiento criminal que su presidente.
No quiero ni recordar la intervención del ministro francés del Interior en la televisión y en la Asamblea de la República, al segundo día de la tragedia, en sesión dedicada al desastre de Valencia, teniendo que desmentir a su homólogo español, por mentir, al no aceptar dolosamente los bomberos y ayuda francesa y decirle el español, que no la necesitaba, sabiendo que si, pues además estaba – siguiente mentira – desplegado el Ejército.
El escándalo mundial es de enorme envergadura, así mismo, al no aceptar ayuda internacional como la de Francia, Portugal, El Salvador, etc.
La situación en medio de una tragedia sin precedentes y que va a durar muchísimos meses, incluso años, es tan dantesca por la parte evitable de lo que está ocurriendo desde el minuto siguiente a producirse, es tan criminal y delictiva, es tan inmoral y tan superlativa la indecencia e inhumanidad, que estamos los españoles rotos, en medio de un dolor sin precedentes, por tantos muertos y desaparecidos, y al mismo tiempo, con una perplejidad, rabia y horrorosa sorpresa, e impotencia, que jamás podríamos haber imaginado, ¡jamás!
Plena responsabilidad del presidente del Gobierno ante una omisión de socorro – «si necesitan más recursos, que los pidan»- frase lapidaria que le perseguirá siempre. Plena responsabilidad ante el incumplimiento de la ley para abordar con todos los medios la tragedia desde el minuto uno, y conscientemente dejar la responsabilidad en el presidente de la Generalidad, que aunque su irresponsabilidad y cúmulo de errores es enorme, nada tiene que ver, es otra dimensión, sin los medios necesarios para actuar, y, por tanto, con la máxima y exclusiva obligación del presidente del Gobierno de acometer y resolver un desastre nacional.
Dicho todo ello, el presidente del Gobierno ha de dimitir, pero también pagar muy caro, por haber renunciado a ayudar obligatoriamente a España y no haber evitado, como sin duda alguna podría haber hecho, aunque fuera solo una muerte, un solo herido, un solo desaparecido, o un solo comercio, empresa, calle o casa destruida. Haber hecho lo imposible desde el minuto uno para rescatar o encontrar, aunque sólo fuera una persona, fuera mayor, niño o de cualquier edad.
Dicho también todo lo anterior, evidentemente, del presidente del Gobierno hasta abajo también hay muchos responsables directos como es el ministro de Interior, o la de Defensa, y como no, la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, que en absoluto puede aspirar a ser Comisaria Europea, tanto por su consciente negligencia en prevención, durante años, como por su escandalosa dejación de funciones, complicidad criminal y desaparición, en medio de la tragedia, durante ocho días, a los ojos de toda Europa y del mundo.
La falta absoluta de ninguna respuesta y responsabilidad, así como de mínima ética, lógicamente impide su nombramiento, y por supuesto por no cumplir ninguna norma de compliance europea, siempre tan rigurosas y exigentes con cualquier cargo público, como es lógico.
Una auténtica perversión criminal, la actuación de un presidente de Gobierno y de un comportamiento inhumano y amoral sin precedentes en Europa y en el mundo civilizado.