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El Parlament prohíbe hablar de las copas de Armengol

El Parlament prohíbe hablar de las copas de Armengol

Parece que procede comenzar recordando lo referido por la RAE cuando se habla de conducta hipócrita: fingimiento de cualidades contrarias a las que se tiene. ¿A qué me refiero? Vayamos a un reciente pleno del Parlament y veamos lo qué pasó. En el capítulo de las preguntas al Govern, el diputado de Vox Sergio Rodríguez se dirigió al conseller competente en el ramo de universidades, el menorquín Miquel Company, quien por cierto me cae bien, para conocer qué valoración hacía de las declaraciones del rector de la UIB, Jaume Carot, allí donde dijo sentir temor, ante la posibilidad de un Govern formado por el PP y Vox. Un temor que se comprende debido al sectarismo de la UIB, que por méritos propios no se encuentra entre las más punteras.

El diputado Rodríguez estaba en su derecho a reclamar un posicionamiento claro, en relación a la descalificación gratuita del máximo responsable de la UIB, cuyo presupuesto depende y mucho de la administración balear. Carot, además, ya había sido señalado por colectivos docentes por su acusada falta de neutralidad ideológica y de sentido institucional, temiéndose una nueva deriva de la UIB al rebufo de las politizadas universidades catalanas.

Oída la respuesta del conseller, como es habitual echando balones fuera, el diputado de Vox remató su intervención con estas palabras: «Tenemos la suerte de que Armengol solo se fue de copas y que no hubo ni prostitutas ni drogas». Aprovechando, imagino, que el caso del Tito Berni pasaba por allí. El presidente de la Cámara balear, Vicenç Thomàs, otro reconocido sectario, de inmediato pasó a amonestar a su señoría por utilizar «palabras ofensivas contra la presidenta del Govern», también conocida como Lady HatBar.

Si me he referido al señor Thomàs como sectario, me basta para ello el tiempo que lleva sentado en la cabecera del salón de las cariátides. Dan testimonio de ello las veces que ha sido pillado con el micrófono abierto jactándose de cerrarles la boca a los diputados de Vox, retirándoles la palabra porque lo mando yo. Previamente, el conseller Company le había pedido a Rodríguez que «por decencia» retirara esas palabras. El conseller, que es persona culta, utilizó la expresión «decencia», refiriéndose a «la dignidad en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas». No hay duda de que asumir la presidencia del Goven le confiere a su titular un estatus de calidad.

Precisamente, es ese estatus de calidad por el cargo, el que obligaba a la socialista Armengol a evitar caer en la indignidad de acabar convirtiéndose en Lady HatBar. «Tenemos la suerte que Armengol se fue de copas y no hubo ni prostitutas ni drogas». En efecto, Armengol se nos fue de copas y lo hizo en la peor situación imaginable: no fue ejemplar, embruteciendo el cargo que le había sido confiado por la soberanía popular que a esa misma hora estaba confinada en sus hogares por decreto del Consell de Govern de Armengol, es decir la misma que disfrazada de Lady Hatbar hacía burla de sus obligaciones, siendo como era la primera ciudadana de Baleares.

Puede que el diputado Sergio Rodríguez no estuviera afortunado en el uso de la palabra. A ello respondería el señalamiento de Company, un caballero menorquín donde los haya. Ahora bien. ¿A qué ofensa se refería el sectario Vicenç Thomàs? ¿Lo de irse de copas en hora prohibida? ¿Mencionar lo de las putas? ¿Mencionar lo de las drogas? ¿Toda la frase en su conjunto?

Uno, en su modesto entender, sabe que no es elegante eso de mezclar ous i caragols por mucho que se lleve el tono burlesco en el juego parlamentario. Pero la pregunta, sigue ahí. ¿Qué le molestó tanto a Thomàs para retirar del diario de sesiones la mencionada frase? ¿No bastaba con borrar la alusión a meretrices y opiáceos? «Tenemos la suerte que Armengol solo se fue de copas». Punto final. Pero, claro, el rasgamiento de vestiduras tan propio de la izquierda no deja de ser el juego favorito para tapar sus vergüenzas.

Armengol se fue de copas en hora prohibida como también lo hicieron esos diputados socialistas que acompañaban a Tito Berni. Al menos, su señoría de Vox-Baleares dejaba claro que Lady HatBar «se fue de copas y no hubo ni prostitutas ni drogas». La estaba exonerando de males mayores, claro que sí, pero no del mayor de todos ellos: ser infiel a obligaciones propias con el daño añadido de burlar la confianza que le había depositado la ciudadanía.

Entonces cabe concluir que precisamente fue el atrevimiento de mencionar las copas de Armengol, lo que consideró muy ofensivo el sectario Thomàs. De manera que éste sería el titular: El Parlament balear borra del diario de sesiones hablar de las copas de Francina Armengol, alias Lady HatBar.

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