El País Vasco jugará internacional y oficialmente contra España

El País Vasco jugará internacional y oficialmente contra España
El País Vasco jugará internacional y oficialmente contra España
  • Carlos Dávila
  • Periodista. Ex director de publicaciones del grupo Intereconomía, trabajé en Cadena Cope, Diario 16 y Radio Nacional. Escribo sobre política nacional.

El próximo día 22 el Pleno del Parlamento Vasco con el apoyo del PNV, Bildu y el PSOE aprobarán la nueva Ley del Deporte Nacional  que, textualmente, “obliga  a las federaciones a la participación de sus selecciones en competiciones deportivas internacionales oficiales”. O sea, la de Fútbol, si las entidades exteriores como la UEFA o la FIFA nos ponen los cuernos a los españoles, figurará, si se clasifica, en la lista de los equipos nacionales que jueguen la Eurocopa o el Mundial de Fútbol. Esto es lo que Sánchez ha pactado literalmente con Ortúzar a cambio de su apoyo para aprobar los próximos Presupuestos. Es posible que la sociedad española declare insustancial, irrelevante, este acuerdo, cosa de pequeña importancia puede decir, pero es un bastión más en el camino a la independencia que los aprovechateguis del PNV, los filoterroristas de Bildu, están realizando, gol a gol, partido a partido, para dejar a nuestro Estado en las puras raspas. Fíjense, además, que este trueque del aún presidente con el PNV no marcha en solitario, hay otro perfectamente concebido e igualmente trascendental: la creación del Consejo General de la Justicia Vasca que también ha ofrecido el felón de La Moncloa a cambio de que Aitor Esteban y sus compinches en Madrid den el “si” a las Cuentas Públicas de 2023.

Claro está que para que el País Vasco juege en alguna de las competiciones antedichas hay que remover por lo pronto dos requisitos: el primero, derogar la Ley del Deporte Español que data de octubre de 1990, y el segundo que, sin ir más lejos, la UEFA y la FIFA, se avengan a este cambalache. Sobre este punto, un antiguo secretario de Estado para el Deporte me advertía que, “no nos fiemos para nada de estas dos instituciones supranacionales, lo único que les interesa es el dinero”. Según este ejecutivo ya hay noticias más que alarmantes de cómo está gestando La Moncloa la justificación de esta cesión antipatriótica. “Dirá Bolaños -me avisa- que también Andorra tiene este tipo de representación hasta el punto de que participa en la Liga del baloncesto, la ACB”. “El pequeño detalle -recalca- es que Andorra es un Estado soberano, el País Vasco y Cataluña por ahora, no”.

Lo tienen todo urdido y al parecer “hablado” (dígase “negociado”) en las sedes de esas asociaciones con ánimo de lucro que suelen reunirse, casualidad nada más, en Suiza. Como principio indisimulable, el Estado Español, o sea el felón Sánchez, tendrá que proceder a la aniquilación de nuestra actual Ley del Deporte, que tiene veintidós años y que fue promovida y aprobada por el socialismo felipista entonces gobernante. En aquel tiempo, que el cronista recuerde (y recuerda bien) el PP, ya mandado por José María Aznar, apoyó la recogida en la Ley de dos artículos fundamentales, de los considerados preceptivos, para curarse en salud ante las previsibles acometidas del separatismo vasco y catalán. El Artículo 30, vigente todavía, establece que  “las federaciones deportivas tienen un ámbito de actuación que se extiende a todo el conjunto del territorio del Estado”. El Artículo 32 es todavía más explícito y dicta que “para la participación en actividades o competiciones deportivas oficiales de ámbito nacional o internacional las federaciones deportivas de ámbito autonómico deberán integrarse en las Federaciones deportivas españolas correspondientes”. Es decir, o el dúo de la bencina nacional Sánchez-Ortúzar se carga la Ley o, como diría Fraga, “aquí no hay tu tía”.

Prevenía líneas arriba de que este nuevo pacto para la destrucción de España le puede resultar cosa mínima a buena parte de la ciudadanía bienintencionada española. El cronista tiene una experiencia al respecto: este agosto, comentando la jugada, nunca mejor dicho, con unos profesionales de rango en Santander, uno de ellos, con evidente hartazgo, casi gritaba: “¡Que jueguen donde les venga en gana y que nos dejen en paz de una vez”. Comprensible postura ante el insoportable chantaje a que nos están sometiendo los separatistas desde el día siguiente a la propia aprobación de nuestra Norma Suprema. La gente, fuera del contorno de los territorios en cuestión, no entiende esa presión interesada, pero tampoco reacciona ante cualquier episodio de cesión protagonizado por el Gobierno, todavía, de España. Este Sánchez que felicita a las waterpolistas españolas como si el último gol del campeonato lo hubiera marcado su Persona, se entusiasma con la actuación europea de nuestro baloncesto-baby, o comparte el inconmensurable éxito de Carlitos Alcaraz, como si la última bola de partido se la hubiera encasquetado él al rival de turno, se envuelve cínicamente en la rojigualda, que él sólo denomina “la roja”, mientras por debajo dinamita sin piedad la próxima participación global de nuestros equipos en posteriores acontecimientos deportivos. Hace falta tener más jeta que el Arcipreste de Hita.

Si existe un punto de encuentro de todos los españoles ahora mismo es el deporte, el de nuestros atletas enarbolando la bandera española. Están en el recuerdo de la Memoria, esa sí que es Historia, el triunfo de Del Bosque y los suyos en el último Mundial que España ha ganado, o las constantes victorias de los hermanos Gasol con la camiseta de su país en diferentes convocatorias del baloncesto. En sucesos como esos se constató que España efectivamente existía y que estábamos aquí para algo. De eso se nos quiere privar. Se trata del desmantelamiento constante y progresivo de la España que proclamó la Constitución del 78 como “patria común e indivisible de todos los españoles”. Es es el objetivo de un tipo que no tiene otra obsesión que durar lo más posible para asegurarse una canongía por ahí fuera. Este detritus de la política, está derribando, piedra a piedra la arquitectura de España como Nación. La última piedra es ésta del Deporte transferido. Por favor, no nos tomemos a juerga la penúltima tropelía de este artificiero, el de los Derribos Sánchez.

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