La «nueva política»: Rivera, Iglesias… Suma y sigue

La «nueva política»: Rivera, Iglesias… Suma y sigue

El lunes pasado —parece hiciera un año— escribíamos sobre las elecciones celebradas el día anterior en Castilla y León con un análisis de urgencia de los resultados, que certificaban que tan cierto era que el PP con Mañueco había sido el ganador, como que para ser investido y poder formar un gobierno estable, los castellanoleoneses habían decidido que tenía que pactar con Vox. La otra posibilidad era especular con la abstención del PSOE para seguir en el Gobierno. Hoy esa opción acabó en 15 minutos, como era previsible. «Ante los hechos no caben argumentos voluntaristas» como los expresados solemnemente por Pablo Casado en un grandilocuente discurso ante el Comité Ejecutivo nacional al día siguiente.

Ese día hizo un canto a la «regeneración» de la política, replicando los mismos argumentos expresados en aquella desdichada moción de censura contra Sánchez, que él convirtió en un boomerang contra Abascal y su partido. Dos días después de este discurso de Casado, los acontecimientos —no precisamente ejemplares ni regeneradores— se han precipitado vertiginosamente provocando un auténtico terremoto en el PP de grado 10 en la escala de Richter. Comenzaron con la filtración a dos medios de comunicación por una de las partes en conflicto —que todos coinciden en atribuir a Miguel Ángel Rodríguez— de información sensible que, según él, daría a conocer un intento de «chantaje» político que durante los últimos meses habría estado padeciendo Isabel Díaz Ayuso. La particular gravedad del caso resulta de atribuir esa acción a la cúspide de la dirección nacional del PP, y más concretamente a Pablo Casado y su secretario general Teodoro Garcia Egea. Y eso, sin contar con el posible ilícito penal que supondría la obtención de esa documentación.

La aceleración histórica con que se están produciendo estos acontecimientos, hace que todo sea posible en estos momentos, pero lo sucedido podría resumirse en la sentencia del refranero popular: «Entre todos la mataron, y ella sola se murió». Aquí «la que mataron» habrá sido —de no mediar un milagro— una alternativa solvente y previsible al sanchismo en las próximas elecciones. En cuanto a los involuntarios «homicidas», están claros ante los atónitos ojos de millones de españoles que han contemplado en directo tan penoso suceso. Como creyente, —que no es lo mismo que crédulo—, creo en los milagros, pero consciente de que para ello es condición previa y necesaria —que no suficiente, por supuesto— poner todos los medios humanos posibles a contribución de su consecución.

Otra lección que nos deja lo sucedido es que el «famoso» contrato del hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid no puede ser el único a investigar por la Fiscalía y por los medios de comunicación. En aquellas dramáticas jornadas de la pandemia hace dos años, fueron miles de ellos los adjudicados por todas las administraciones públicas de España, y con el Gobierno de la Nación al frente. No pocas de esas adjudicaciones han tenido eco público en los medios de comunicación afectando a dirigentes políticos significativos, que ahora deberían ser investigados bajo el principio de que todos somos iguales ante la ley. Ayuso ha reiterado que su ambición política se circunscribe a Madrid y que el PP debe adoptar medidas urgentes ante lo que sucede, ratificando Feijóo básicamente lo mismo. Ha afirmado que él transmitió a Casado su propuesta, y que el tiempo apremia para tomar las decisiones que procedan, que deben ser inmediatas. Las gravísimas heridas sufridas por el paciente popular requieren de urgente cirugía mayor y no de meras cataplasmas.

Una referencia con una posible respuesta en estos tiempos turbulentos del PP, puede ser la dada por el PSOE ante la dramática situación que atravesó hace cinco años, cuando el Comité Federal cesó a su secretario general. Sin sentar precedente, por una vez quizás hay que seguir sus pasos por esa senda o una similar. Ante una «situación de colapso» —según Feijóo— es urgente una actuación para salvar la vida del paciente. Algunos dicen que hasta ahora los partidos tenían juventudes, pero ahora parece que son las juventudes las que tienen los partidos. Es la «nueva política»: Rivera, Iglesias… Suma y sigue.

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