Neofiestas, saturación e incivismo

El Much de Sineu, una neofiesta basada en una olvidada leyenda, ha logrado reunir este año cerca de 20.000 personas. ¿Qué significado tiene esta fiesta creada hace unos veinte años?: absolutamente nada, aunque se haya convertido en una de las celebraciones más numerosas del verano mallorquín. Aquí confluyen jóvenes en su mayoría para gritar por ejemplo «quan ens tornem a veure podem tornar a cridar junts ben fort visca Catalunya lliure» o pasear en mitad de la fiesta distintas banderas: independentistas, ikurriñas, feministas, LGTBI… obviamente representativas del much.

Y su Ayuntamiento le da cobertura, aunque a saber luego las consecuencias de una excesiva concentración con el subsiguiente e inevitable vandalismo. Pero ellos sabrán. Camino lleva ahora de convertir en otro much Sencelles con la neofiesta del Embala’t que, como es de esperar, acabará seguramente masificada. Los antecedentes son la fiesta del Coso de Felanitx, previa a sus famosas verbenas, que fue el camino que inició los grandes inventos actuales únicamente con motivo de armar una fiesta.

Algunos municipios con festividades tradicionales como son Sóller y Pollença con sus antiguas batallas de moros i cristians, ya han comenzado a limitar sus asistencias obviamente para evitar una indeseable masificación que desvirtúe la fiesta y su significado. Y hay ya otros municipios que reclaman ya un mayor control, tal es el caso de un pequeño Ayuntamiento que montó una verbena y acudieron más del doble de su población, careciendo lógicamente de aparcamientos y servicios sanitarios y dejando, como era de esperar, el municipio hecho un auténtico desastre.  O Santa Margarita, donde la explanada de la iglesia parroquial tras una fiesta multitudinaria amaneció convertida en un váter.

Queda, entre las neofiestas, la que se celebra en Palma, una batalla de arrojarse cubos de agua entre supuestos personajes medievales, canamunts i canavalls, se supone que para recuperar una parte de la historia de nuestra ciudad: fiesta celebrada por primera vez en 2015 y organizada por el colectivo llamado Orgull Llonguet, y que el Ayuntamiento haría bien en prohibir semejante esperpento que degrada la imagen de una ciudad rica en historia.

MARTES: …VA LA VENCIDA. A ver si esta vez, tras numerosos intentos fallidos, va la vencida y se logra por fin devolver a la Playa de Palma, dícese que un destino maduro, la dignidad de ser la imagen de una ciudad turística presentable como se merece uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. Ojalá por tanto que ahora acierten. El Ayuntamiento ha iniciado el plan para la regeneración urbanística de la Playa de Palma, y acaba de adjudicar la redacción de un estudio que contendrá los ejes básicos para la ejecución de toda una serie de actuaciones en la mayor zona hotelera de Baleares. Todo ello en vistas a la adaptación a la circularidad turística y al cambio climático.

Queda camino por recorrer y mucho por hacer, pero, fallidos otros intentos, cabe esperar que hayan aprendido de anteriores fracasos.