La muerte de Franco hace 50 años cuenta tanto para Sánchez como 224 muertes recientes
La utilización perversa y sectaria de la figura de Francisco Franco ha llevado al Gobierno de Pedro Sánchez a diseñar toda una estructura administrativa dentro del Ministerio de Política Territorial para crear el «comisionado para la celebración de los 50 años de España en Libertad», el lema elegido por el Gobierno para celebrar el fallecimiento del dictador. En un Real Decreto que recoge la modificación de las estructuras del ministerio se crea un comisionado con rango de subsecretaría, el mismo que el recientemente creado para «la reconstrucción y reparación de los daños provocados por la DANA» en la Comunidad Valenciana y otras zonas del país, que ha dejado hasta el momento 224 muertos. El BOE recoge este miércoles la modificación del ministerio que dirige Ángel Víctor Torres para dar acople a ambos comisionados.
Pero, además, directamente dependiente del comisionado, se crea una oficina de apoyo y un «comité científico» que tendrá, entre sus cometidos, la elaboración del programa de actividades para «conmemorar los 50 años de España en libertad», además de «coordinar a los distintos departamentos ministeriales», «realizar el seguimiento de las actividades», «promover las actuaciones necesarias para la puesta en marcha y difusión de los actos conmemorativos» o «impulsar la colaboración con el resto de las administraciones públicas para el desarrollo de las actividades». Resulta sorprendente que el aparato administrativo diseñado para conmemorar los 50 años del dictador sea igual de amplio que el destinado a paliar las consecuencias de la tragedia que asoló Valencia causando la muerte de más de doscientas personas. O lo que es lo mismo: Sánchez dedica el mismo personal para sacar partido a un muerto (Franco) que el empleado para gestionar la reconstrucción de un desastre en el que murieron 224 personas. Una obscenidad palmaria y una vileza moral que demuestra cuál es el orden de prioridades de este Gobierno. Lo primero, Franco; la reconstrucción de un territorio devastado pasa así a un segundo plano.