Mónica García, la ministra insalubre
Según prometió en su día, la médico, madre y ministra de Sanidad, Mónica García, no aceptará donaciones sanitarias de Amancio Ortega si éste no relocaliza alguna de sus empresas en España. Fue el compromiso que adquirió en 2019 en un debate sobre Sanidad cuando era diputada de Más Madrid en la Asamblea autonómica. O sea, que la condición para aceptar el generoso regalo de Ortega -que ha entregado ya casi 1.000 millones de euros a la sanidad pública española en maquinaria puntera contra el cáncer y otros sistemas tecnológicos de última generación- es que Mónica García le imponga la manera y el modo de llevar sus negocios. Provocaría risa si no fuera porque el planteamiento de la ministra lo que destila es un sectarismo ideológico incurable.
Cómo será la cosa que Mónica García llegó a burlarse de las donaciones de Amancio Ortega cuando el Gobierno madrileño de Isabel Díaz Ayuso puso una placa en reconocimiento a la labor del empresario en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda en febrero de 2020, después de que Amancio Ortega hubiera donado hasta la fecha equipos por valor de 46,5 millones de euros. La médico, madre y ministra se burló de Ortega llamándole despectivamente»filántropo»: «Aprovechando que la Sra. Ayuso (ergo el PP de Madrid, ergo los de las mordidas del 1%, ergo organización criminal-no olvidar-) le ha puesto una placa al “filántropo” Amancio Ortega, voy a hacer un hilo comparando donaciones de Ortega VS despilfarros en hospitales», escribió García en sus redes sociales.
Por aquellas cosas del destino -y de Pedro Sánchez-, Mónica García ha terminado siendo ministra de Sanidad, lo que lleva aparejado un peligro de insalubridad evidente. Si cumple su promesa estaría dispuesta, incluso, a rechazar las millonarias donaciones del empresario gallego si éste no se pliega a sus exigencias. El papanatismo ideológico de esta señora constituye un peligro para la salud. Y lo peor es que su recalcitrante sectarismo no se cura ni con la maquinaria más puntera.