Mónica García se lava las manos ante el colapso que se avecina por falta de médicos

Mónica García

Venía siendo habitual que las comunidades autónomas echaran mano de los médicos internos residentes (MIR) en verano para cubrir las sustituciones por vacaciones de los facultativos de sus sistemas públicos de salud. Era una manera de paliar el déficit de médicos que no dejaba de ser un parche, pero que valía para cubrir el vacío durante unos meses. El problema que se plantea este año es que los médicos internos residentes que comenzaron su formación de cuatro años no la concluirán a tiempo, pues como consecuencia de la pandemia empezaron la misma en septiembre de 2020 y no la terminarán hasta después del verano.

La consecuencia es que no habrá manera de paliar la falta de médicos y el sistema público de salud amenaza con convertirse este verano en un auténtico caos. No hay que ser muy sagaz para concluir que el problema se veía venir desde hace casi cuatro años, justo desde septiembre de 2020, pero el Gobierno no ha hecho nada hasta ahora y la crisis sanitaria ha estallado con toda su crudeza. Ni la anterior ministra, ni la de ahora -la flamante médico y madre Mónica García- han tratado en ningún momento de resolver la situación, dejando abandonadas a su suerte a las comunidades autónomas.

Una gestión negligente de imprevisibles consecuencias que se traduce, por ejemplo, en que sólo la Comunidad Valenciana cuenta con más de 600 plazas de médicos vacantes, a las que este verano se suman 606 residentes de último año, que no podrán ser contratados para garantizar la cobertura de los planes estivales de atención sanitaria. Y ello, a pesar de que la Comunidad Valenciana ha hecho los deberes con tiempo y tiene presupuestadas y con reserva de fondos esas 606 plazas.

La situación puede obligar al cierre de centenares de centros de salud, razón por la que las comunidades autónomas han exigido a la ministra la adopción de «medidas excepcionales». Lo que, a tenor de la probada capacidad de reacción de la ministra, significa que lo verdaderamente excepcional sería que Mónica García hiciera algo.

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