Inmigrantes: la diferencia entre Sánchez y Meloni

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En plena huida personal y política, Sánchez asombra al mundo cada día. Se ha ido a Mauritania, Gambia y Senegal a vestir el muñeco consciente de que por mucho que prometa la inmigración ilegal procedente de estos y otros países seguirá asolando las costas españolas. Su proceder es tan errático que mientras prometía ante esos gobiernos una morterada de millones a cambio de evitar la masificación abría la mano para ofrecer en un solo país un cuarto de millón de contratos de trabajo en España y después regresar a sus lugares de origen, es decir, proceder a una deportación made in Sánche”. ¿Se ha vuelto loco este hombre? ¿Alguien en su sano juicio puede pensar que algunos de ellos tendrían la tentación de volver al África profunda una vez puesto un pie en Europa?

Claro que hay efecto llamada en las proclamas sanchistas. ¡Clarísimamente! Todo ello, en medio de una enorme crisis migratoria como nunca se ha visto por estos lares. Junto a la hipocresía de una izquierda que se mimetiza con la inmigración como bandera política (¿conocen a algún dirigente de izquierda o extrema izquierda que haya acogido en su casa a algún migrante?) convive un Gobierno que no ha tomado conciencia de lo que perpetra en un asunto como este.

España es el país de la Unión Europea donde han llegado por tierra, aire y, sobre todo, mar, más inmigrantes irregulares. Si la política de la primera ministra Meloni ha conseguido en Italia taponar un agujero que desestabilizaba al país transalpino, Sánchez, en cambio, agrava el tema en España hasta el punto que el asunto se ha convertido en el cuarto problema en la preocupación de los ciudadanos de aquí. Meloni tiene las ideas claras; Sánchez no. Funciona como una marioneta a golpe de asesores y consultores que le aconsejan presentarse como campeón progre perjudicando la propia estabilidad social del país y los intereses de canarias, ceutís, melillenses… Si consideran tan extraordinaria la llegada de migrantes irregulares, ¿por qué sus socios progres catalanes y vascos se niegan a acoger ni a uno solo  de los menores que se reparten por el resto del territorio nacional y se acepta desde el Gobierno?

Es un tema tan serio que, a la vista de todos está, que España cuenta con un jefe de Gobierno que no está preparado ni mental, ni intelectual ni éticamente para enfrentarlo.

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