Hay una opción constitucionalista para desbloquear la investidura

Hay una opción constitucionalista para desbloquear la investidura

Tras su segundo fracaso en una moción de investidura, comienza el reparto de culpas, que nunca son las de Sánchez. La estrategia del presidente en funciones, además de cogerse casi todo agosto de asueto, consiste en seguir presionando aquí y allá con a la esperanza de que alguna puerta se abrirá, y, si no fuera el caso, ir a nuevas elecciones. Aunque ningún plan parece demasiado seguro cuando la sentencia del juicio del procés, que se espera para finales de septiembre, puede desencadenar en Cataluña y en el conjunto de España un cúmulo de imponderables.

Llegados a este nivel de parálisis, y atisbando la tormenta secesionista que podría desencadenarse en otoño, la apuesta por una opción de Gobierno netamente constitucionalista es la mejor opción tanto para los intereses de la nación como para la buena marcha de la economía. Aquí es donde la ‘opción Casado’ comienza a perfilarse. Una candidatura de Partido Popular, Ciudadanos y Navarra Suma concreta las siguientes cifras: 125 diputados y 8,5 millones de votos que, a su vez, son 1,1 millones de votos más de los que ha contado Sánchez para ir a su investidura fallida de 124 escaños.

Sería positivo que Sánchez comience a tomar conciencia de que nunca podrá reclamar el apoyo del resto de partidos constitucionalistas cuando él ha sacado una moción de censura adelante con los golpistas y Bildu. Y tras las recientes elecciones autonómicas y municipales, el PSOE y su filial catalana, el PSC, ha trazado alianzas con los independentistas en más de 40 ayuntamientos, mientras que en Navarra van a gobernar gracias al apoyo de los amigos de ETA. Sánchez, él solo, es quien se ha colocado fuera del círculo de confianza de la Constitución.

Lo que en cambio sí podría hacer el actual líder socialista –si tuviese algo de responsabilidad institucional– es asumir sus fracasos, lo cual implica ahorrarle al país más estrés e incertidumbres. Una abstención socialista en pro de un gobierno de PP, con una vicepresidencia para Albert Rivera y el apoyo de los dos diputados forales navarros es perfectamente viable. Sánchez tiene paralizado el país desde 2015. Ni gobierna ni deja gobernar. Al menos ahora podría facilitar el Ejecutivo a aquellos que tienen, además de mayor capacidad numérica, el sentido de responsabilidad.

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