Opinión

Fernando Simón es un peligro público

Lo de Fernando Simón no tiene nombre: ahora se muestra partidario de aplicar la última dosis de vacuna que queda en el vial «a alguien que esté por ahí» para evitar que se pierda. O sea, el mismísimo director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias avala que esa última dosis se aplique no con criterios sanitarios en función del riesgo, sino al tuntún: Literalmente, Simón dijo: «Si llega el final del día de trabajo y quedan una o dos dosis en un recipiente que no se puede guardar hasta el día siguiente, esas dosis no se pueden tirar; hay que ponérselas a alguien que esté por ahí». Obsérvese que ese «esté por ahí», en boca de alguien que está al frente de la gestión de la pandemia, significa que una o dos dosis de los viales pueden, según Simón, aplicarse de manera discrecional, casi al bulto. Es una barbaridad de tal naturaleza que si había alguna duda sobre la incompetencia en la gestión del director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, la frase que entrecomillamos en cualquier país serio del mundo significaría su destitución inmediata.

A partir de ahora, los ‘vacunajetas’ ya tienen un argumento para saltarse el protocolo. Se pasan a última hora de la tarde por los centros de vacunación y están «por ahí» para recibir la dosis que, según Simón, «no se puede guardar hasta el día siguiente». ¿Y no cabe la posibilidad, más justa y razonable, que dado que se sabe que de todos los viales va a quedar una última dosis, esta se aplique con criterios menos chuscos que los que propone este señor?

Simón propone que esa última dosis se ponga al que pase por ahí, un criterio que desde un punto científico y sanitario es para mandarle, literalmente, a freír puñetas. ¿En qué manos estamos? ¿Cómo la salud de todos los españoles puede depender de alguien que es capaz de decir una barbaridad de esa naturaleza? ¿Este señor es experto en pandemias?