La fashionaria del piolet

Yolanda Díaz

Yolanda Díaz se pasó siete años presentándose a lo que fuera junto a quien fuese, hasta que 2012 consiguió aliarse con una escisión del BNG encabezada por el ultranacionalista Xosé Manuel Beiras para así pasar de concejala de pueblo a colocarse como diputada en el Parlamento de Galicia. Antes había fracasado dos veces en las elecciones gallegas y sólo había logrado ser durante unos meses primera teniente de alcalde del ayuntamiento de Ferrol, en coalición con un PSOE que la echó «por diferencias insalvables». El gallego Beiras fue el primero en recibir una de sus célebres puñaladas por la espalda, por eso dice de ella que «fue la primera persona que me traicionó»; lo dejó tirado en las elecciones generales de 2015 a las que se presentó por En Marea, coalición de Podemos, Anova y Esquerda Unida, consiguiendo seis diputados que acabaron integrados en el grupo parlamentario de Podemos, una de ellos Yolanda Díaz, que renovó escaño en 2016.

El partido al que pertenece Yolanda Díaz es Esquerda Unida, la federación gallega de Izquierda Unida en la que se puso del lado de Alberto Garzón contra Cayo Lara, que como coordinador federal se resistía a ser absorbidos por Podemos. Pero Díaz vio claro que para impulsar su carrera política debía traicionar a sus viejos amigos de Izquierda Unida uniéndose al partido de Pablo Iglesias y no dudó ni un momento en dejarlos atrás. En octubre de 2019, tras la fallida investidura de Pedro Sánchez en la que Podemos se abstuvo, abandonó la militancia de Esquerda Unida por discrepancias con la forma en la que la coalición había actuado durante las fracasadas negociaciones con el PSOE que condujeron a la repetición electoral del 10 de noviembre.

Mientras tanto, los resultados electorales de la extrema izquierda en Galicia se hunden estrepitosamente. Los 14 escaños logrados por En Marea en las elecciones gallegas de 2016 pasaron a ser cero en 2020. Y en las generales bajaron de 5 en 2016 a 2 en 2019. Para ser una de ellos, la coruñesa Yolanda Díaz no tuvo reparos a presentarse como cabeza de lista por Pontevedra, puesto que le correspondía a Ángela Rodríguez Pam, quien por pasar a ser la número dos a favor de Díaz, perdió su acta de diputada. Una vez más, el partido de Yolanda Díaz se hunde y sus compañeros pierden sus puestos, mientras su carrera personal sigue ascendiendo pese a unos resultados electorales desastrosos que a ella la convierten en ministra de Trabajo y vicepresidenta segunda del Gobierno de España, ambos puestos asignados a dedo por un Pablo Iglesias que será el siguiente en recibir su puñal.

Todo en Yolanda Díaz es falso e impostado. Los discursos elogiando a Fidel Castro y a Chávez los gritaba una morena de pelo corto y oscuro, cara lavada, camisetas, vaqueros y zapatillas. La que ahora soba melosa a Garamendi es una rubia platino súper maquillada vestida por los mejores estilistas. Hasta su tono de voz se ha adaptado a sus humildes pretensiones de convertirse en la primera mujer presidente del Gobierno de España. Y para ello no dudará en dejar sus puñales en las espaldas de Pablo Iglesias y sus marionetas, Irene Montero y Ione Belarra. El macho alfa ya no le sirve para Sumar, el casoplón de Galapagar con el que se convirtieron en casta y los casi 800 violadores beneficiados conscientemente son una sangría de votos que no le van a salpicar a ella. El domingo, en la entrada de la presentación de Sumar en Madrid, los voluntarios repartían pegatinas con su cara y el nombre de «la fashionaria», apodo con el que sus críticos resumen la transformación de esta comunista de pasarela de moda. Les faltó añadir un piolet y lo habrían bordado.

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