Examen imparcial y compasivo de los vídeos electorales

Vídeos electorales

Dicen que TikTok hace daño a los niños y adolescentes, y no lo dudo, pero ¿hemos hablado lo suficiente del daño que esa endemoniada red social ha hecho y hace a los adultos? Elijan un nombre respetable, cualquiera a quien tengan por una persona inteligente, sana y bien constituida mentalmente. Una persona que admiren incluso. Ahora diríjanse a su cuenta de TikTok y comprobarán si, por desgracia para ellos, tienen una, que al ritmo lastimero de esos contoneos degradantes, ha pasado de Homo sapiens a cucaracha.

Y yo me pregunto quién (para despojarle del derecho al voto) está tras el terrorífico bailecito titulado «Ganas», con el que los populares pretenden ganar adeptos para la causa? ¿Quién?

Políticos bailando. Los políticos, como es normal, nos producen desconfianza y extrañeza, y en general nos caen mal, pero ¿bailando?¿Por quién nos han tomado?

El eslogan (probablemente uno de los más ramplones de la historia universal del marketing) se repite al ritmo de unos chasquidos sin consciencia, sin recato y sin pudor, mientras Ayuso, la indiscutible favorita de los madrileños, camina y baila o mientras se suceden imágenes y grupos humanos de Madrid rendidos a su musa.

Sin embargo, semejante espanto de campaña (no comprendo por qué no contratan a profesionales) ideada por yoquesequién no le perjudicará. Su poderosísimo magnetismo algo aniñado, su penetrante mirada sexy y melancólica, su normalidad desenfadada y, todo ayuda, la inutilidad bizarra de sus competidores, han blindado su reinado.

Queda una semana y la hoguera de la campaña electoral municipal arde a buen fuego mientras los candidatos y partidos exhiben en bucle sus consignas y promociones, con mayor o menor eficacia, belleza o espanto, varios de ellos, protagonizados por canciones pegadizas para enamorar (y sin pretenderlo aterrorizar o hacer reír) a sus votantes.

«Cuida lo tuyo», de Vox, un vídeo de los barrios, no tiene interés; bien relatado y editado, resulta, sin embargo, carca, una mirada algo obsesiva al pasado. Añejo por encima de sus posibilidades. No es la España que interesa, en definitiva, pero… Atención a los videos de Ortega Smith persiguiendo vagos y maleantes (independientemente del contexto político) son desternillantes, probablemente sin que él lo sepa. ¿O tal vez sí? El sentido del espectáculo de Vox siempre me ha fascinado. En Vox no hay un aburrido, y eso es de agradecer.

«Lo próximo», de Más Madrid, nos anima a votar a Rita y Mónica con una mezcla de rap y soul, que interpreta la joven Lúa Míguez Ortega, donde defienden de una manera bastante digna, estéticamente, y no demasiado irritante (ni interesante) la sanidad, la educación, el clima, la diversidad… Por cierto, hay que reconocerle a Médica y Madre el triunfo en el debate televisivo, donde, por una vez, dejó en casa su machacona cursilería (y su complejo de ser la única mamífera trabajadora que se ha paseado por la tierra) y mantuvo el tipo incisiva, eficaz, elegante, y por momentos brillante. Así fue. Claro que lo tenía muy fácil, no así la pobre Ayuso (en su descargo).

Reyes Maroto, esperen… No me acuerdo de nada de lo que hace ni de lo que dice ni de su cara. Al contrario que la de Juan Lobato, muñeco de ventrílocuo terrorífico de cejas arqueadas, mejillas de madera, como un vampiro de bajo presupuesto y serie B, o de alguna de las películas de miedo que me mortificó de adolescente. Por lo demás, todo muy correctito e insustancial: «Madrid es como una fiesta exclusiva a la que no has sido invitado», dice al inicio de su spot nuestro Lobato. Ni te van a invitar, ya lo verás.

Villa y Villacís: el vídeo central de su campaña consiste en ese insípido juego de palabras cogido con alfileres mientras Begoña recorre diferentes puntos de Madrid y nos invita en su viaje al centro de lo prescindible, muy morenita, muy simpática y sonriente y guapa y absolutamente nada atractiva para los votantes.

Roberto Sotomayor, el deportista, y el vídeo en el que aparece corriendo por la ciudad para Podemos está mejor ideado y realizado que muchos otros, lo malo es que cuando habla vemos que su programa enfurecido y desquiciado pasa exclusivamente por memeces guerracivilistas como demoler el arco de Moncloa, no se vaya a sentir mal alguna víctima nonagenaria del 36. Yo me pregunto si esta gente piensa en cómo se sienten ahora mismo las víctimas de ETA, por ejemplo. Y de ahí al macarrismo político de Alejandra Jacinto y sus performances matonas, chunguismo cutre a gogó, que, por otra parte, me hace reír con ese mantra donde repite que lleva toda la vida luchando por la vivienda con sólo 33 años.

Lo último en Opinión

Últimas noticias