¿Una España sin Vox?

Es complicada la volatilización de un partido que representa a casi el 12,4% de los votantes españoles.
Es complicada la volatilización de un partido que representa a casi el 12,4% de los votantes españoles.
Patricia Sanz
  • Patricia Sanz
  • Abogado, periodista y máster tributario de Garrigues. Antes, asesora fiscal por Luxemburgo y España, ahora, redactora jefe de Economía de OKDIARIO.

Dicen los gurús de la política y de las encuestadoras que Vox va a seguir cayendo con o sin repetición electoral. Y que en unos pocos años, desaparecerá. Francamente, ni soy política, ni una gurú. Pero di cobertura al partido de Santiago Abascal como periodista y no termino de ver la volatilización de un partido que representa el ala más firme del conservadurismo español con más de 3 millones de sufragios -casi el 12,4% del total de votantes el pasado 23J-. Ahora bien, tras la marcha de Espinosa de los Monteros, ¿qué va a suceder con Vox?

El primer y quizás reto más importante que afronta la formación de Abascal es su relación con los medios de comunicación. El partido tiene vetada la entrada a algunos y no es casualidad. Pocos saben que hasta finales de 2021, algunas agencias de noticias todavía informaban mal o tarde de los encuentros informativos en Bambú y ello provocaba el retraso o la falta de los periodistas. Respecto a las entrevistas realizadas por la televisión pública, a juicio de cada uno queda valorar si el trato recibido por este partido ha sido y es ecuánime -tanto por las veces que han llamado a sus representantes como por el trato recibido en la pequeña pantalla-.

La sistemática demonización se ha traducido en no pocas ocasiones en graves insultos e incluso agresiones. En nuestra retinas han quedado grabadas las pintadas de “ETA, mátalos” en su sede de Castilla y León, la alerta antifascista de Iglesias, la ceja sangrante de Rocío de Meer por el apedreo recibido en Sestao o el repugnante clamor de unas feministas y su “qué pena me da que la madre de Abascal no pudiera abortar”. Y estos son sólo algunos ejemplos del odio enfermizo que sí esconden formaciones y movimientos de izquierda en esta Nación.

Ahora bien, muchos medios sí han cambiado hacia Vox y ya no sólo se atreven y piden entrevistar a sus políticos sino que colocan su información en sus portadas. Un giro mediático sobre el que Vox debería reflexionar. Si los medios hubiesen sido surtidos de tantas entrevistas en periodo no electoral como durante las pasadas elecciones, quizás el camino hubiese estado más allanado. Los de Abascal crean una gran expectación mediática que podrían utilizar tanto para defenderse como para hacer llegar su mensaje: no es un partido machista sino el único que pide cadena perpetua para los violadores; no es ultra sino el único que pide la ilegalización de partidos antisistema como los golpistas y bilduetarras; no es sólo para ricos sino que apuestan por una rebaja de impuestos generalizada y que sean los españoles quienes decidan sobre las políticas que les afectan directamente (la soberanía energética, la educación, la inmigración o el reparto del agua).

Otro de los grandes retos de Vox es crecer sin dejar de ser fiel a su programa político. La formación defiende principios que hace 50 años nadie se atrevía a cuestionar en España: el sí incondicional a la vida, la prevalencia de lo nacional frente a lo extranjero, el liberalismo económico, la unidad de España, la monarquía o un catolicismo sin complejos. Por ello, o se le quiere o se le odia. En manos de los de Abascal está tanto suavizar las formas de su mensaje como entrar en suficientes gobiernos autonómicos y locales para lograr que una buena parte de los españoles que antes votaban al Partido Popular, se decidan ahora por Vox. Existen diferentes vías por las que el partido de Abascal influye en la sociedad española, como la Fundación Disenso, instituciones académicas como el ISSEP o medios como la Gaceta de la Iberosfera. Para cambiar el color de la habitación, tal vez primero deberían cambiar la vida de los españoles y eso, sólo se consigue desde los consistorios, las consejerías y, por supuesto, desde Moncloa.

El futuro de los de Abascal se encuentra también en manos de la otra derecha, la del PP. Los de Feijóo ya han reflexionado sobre sus errores en la pasada campaña y han entendido que para ganar a la izquierda es necesario ir de la mano, como bien comprendieron Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Responder a la pregunta inicial sobre qué sucederá con la formación de Abascal no es sencilla pues no todo depende de Vox. Y da igual que se marchen uno, dos o tres espadas principales. La esencia de algunos partidos trasciende a sus propios representantes y este es el caso de Vox.

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