Las empresas, víctimas de la Inquisición feminazi del Gobierno

Un total de 98 empresas, entre las que se encuentran Zara, El Corte Inglés, Amazón o Nestlé, han sido víctimas del furor feminazi del Gobierno socialcomunista. El Observatorio de la Imagen de las Mujeres, órgano dependiente del Instituto de la Mujer, que forma parte de la estructura del Ministerio de Igualdad de Irene Montero, les ha recriminado supuestos comportamientos machistas. Hace dos meses, OKDIARIO informó que una empresa de San Sebastián de los Reyes había sido amonestada por vender cuadros de madera para habitaciones infantiles con lemas como «Aquí duerme un pirata (para niños) o «Aquí duerme una pequeña princesa» (para niñas). Según el Ministerio de Igualdad eran sexistas.
El furor feminazi del Gobierno socialcomunista no tiene límites y casi un centenar de empresas han sido amonestadas en 2019: 60 requerimientos por machismo en campañas de publicidad, 12 requerimientos por propaganda, 13 reclamaciones a medios de comunicación y páginas webs y otras 13 reclamaciones por «otros contenidos y actividades». Entre las instituciones públicas advertidas están, qué casualidad, la Agencia de Empleo del Ayuntamiento de Madrid o el Servicio Público de Salud de la Comunidad de Madrid.
El Observatorio de la Imagen de las Mujeres se creó en 1994 y no aparece explícitamente en ninguna legislación, aunque en su web justifican su actividad en tres normas: la Ley General de Publicidad de 1988, la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres de 2007 y la Ley General de la Comunicación Audiovisual de 2010. Parece obvio que entre sus competencias no está amonestar ni censurar a las empresas, que como en cualquier Estado de Derecho están sujetas a la ley. De modo que lo que está haciendo el Ministerio de Igualdad es erigirse en una suerte de «policía feminista». Si alguien se siente ofendido y entiende que hay compañías que han podido infringir las normas, para eso están los tribunales de justicia, pero que sea el Ministerio de Irene Montero quien imponga su credo por la vía de censurar a las empresas es, sencillamente, intolerable.