Entre parón y apagón

Entre parón y apagón

La sentencia del tiempo suele ser inexorable porque ni Salomón fue un juez tan justo como el paso de las horas, días, meses o años que, no siempre con la rapidez que uno desearía, coloca a cada cual donde merece estar o, de alguna manera, se ha ganado.

Disquisiciones filosóficas aparte, treinta y tres jornadas de liga permiten intuir algunos balances finales. El Mallorca que no solo nos ocupa sino que también nos preocupa, sobre todo como club, se halla en la novena posición empatado con Osasuna, que le gana el enfrentamiento directo, a tiro del Celta y al alcance de la Real Sociedad y el Rayo Vallecano, al que visitará en la última cita del calendario. Una posición que antes del inicio de la competición todos hubiéramos firmado, lo que reafirma al trabajo de Arrasate tomando en consideración el nivel de su plantilla reforzada in extremis, ¡dios bendito!, con Chiquinho y Valery.

Europa es una quimera que proporciona un cierto prestigio, pero no compensa económica y socialmente más abajo de la Champions y que, como contrapartida, impone un durísimo castigo a los osados que desafían a su propia realidad. El ejemplo más reciente, el del Girona, pero ya lo sufrieron antes en Pamplona, Valladolid o el mismísimo Mallorca, que ya pisó el Viejo Continente y pregunten a Vicenç Grande, entre otros, cómo se lo encontró al abrir la caja de caudales. Pero de ilusión también y si alguien la conserva no le vamos a aguar la fiesta.

El caso es que resulta hasta cierto punto indiferente acabar el séptimo o el décimo primero. Incluso en este último supuesto, el primer equipo habrá firmado una gran campaña. Nada que objetar si mejoras las exigencias de los dueños y superas las expectativas de los aficionados. Otra cosa es que no se pueda jugar a la ruleta sin dinero y creer que la suerte siempre va a ser la misma.

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