Un dispendio intolerable y una solemne y cursi estupidez

Un dispendio intolerable y una solemne y cursi estupidez

Sánchez se ha inventado un nuevo cargo: embajadora en Misión Especial para la Política Exterior Feminista, puesto que ocupará María Jesús Conde Zabala, retribuido con 71.000 euros, con el objetivo de vigilar que los diplomáticos defiendan convenientemente la política de género y el feminismo. O sea, la guardiana de las esencias feministas del socialcomunismo fuera de nuestras fronteras. La política exterior femenina que defiende el Gobierno es pura propaganda, porque sólo el 20,5% de los embajadores de España en el exterior son mujeres. Y los nombramientos los ha hecho este Gobierno. Pura hipocresía. Esto de la embajadora en Misión Especial para la Política Exterior Feminista es un camelo que en las cancillerías occidentales provoca rechifla y estupor a partes iguales. Pero qué tontuna es esta de poner a nadie a vigilar que nuestros diplomáticos sean convenientemente feministas. Lo grave es el descrédito creciente de nuestra política exterior. No se trata de cuestionar la profesionalidad de Conde Zabala, sino de subrayar que el cargo que se ha sacado de la manga Pedro Sánchez es una solemne estupidez.

Dice el Gobierno que el nombramiento confirma la apuesta por «una política exterior feminista» por parte de Sánchez, pero ni los mismísimos embajadores saben qué es eso de la política exterior feminista. La ex ministra de Exteriores Arancha González Laya ya envió mensajes a los embajadores pidiéndoles priorizar «la defensa de valores como la igualdad y la diversidad» e instándoles a «incorporar la brújula del valor de la igualdad entre hombres y mujeres, la igualdad de género». Eso era una cursilería de aúpa, pero lo de ahora -crear un cargo que supervise si nuestros representantes en el exterior son suficientemente feministas- es una chorrada cósmica que nos va a costar 71.000 euros.

El feminismo es otra cosa, porque lo que de este Gobierno subido a lomos de la propaganda es una majadería que nos está costando un riñón, un dispendio que ya pasa de castaño a oscuro.

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