Un crimen execrable; una manipulación miserable
La manipulación que la izquierda socialcomunista está haciendo del crimen de Samuel Luiz, el joven de 24 años asesinado en La Coruña, es repugnante, pero muy reveladora de hasta qué punto es capaz de instrumentalizar un asesinato para utilizarlo como arma política. La Policía, que está siendo igualmente sometida a una abyecta campaña de acoso y criminalización, investiga si estamos ante un crimen homófobo -han sido detenidos dos hombres y una mujer de entre 20 y 25 años-, pero a la ultraizquierda las investigaciones no le importan nada porque su objetivo, sea cual sean los motivos del crimen, es rentabilizar políticamente los hechos. Y, por supuesto, se está movilizando y encabezando las violentas manifestaciones de protesta que se están sucediendo en distintas capitales españoles. La Policía ha detectado en las concentraciones de Madrid a los mismos elementos que desataron la violencia durante la manifestación de Vox en Vallecas. Lo que está ocurriendo no es nuevo, pero retrata la catadura moral del socialcomunismo.
Si Samuel no hubiera muerto, posiblemente les gritaría a la cara «¡miserables!», porque lo que ha hecho la ultraizquierda es, sencillamente, utilizar la condición sexual del joven para establecer una falsa relación causa-efecto entre el hecho de ser gay y su asesinato, algo que no está probado. El nivel de ignominia de esta gente es de tal calibre que los sectores más radicales del colectivo LGTBI han cargado contra el padre de Samuel por pedir que no se politice la muerte de su hijo. «El padre se puede meter sus opiniones por donde le quepan», «menudo gilipollas» o «el padre me la suda bastante», son algunas de las expresiones vertidas en las redes.
A estas alturas, la podredumbre moral de la extrema izquierda no sorprende a nadie, pero al menos su reacción sirve para comprobar de lo que son capaces. De arremeter contra un padre que acaba de perder a su hijo. Si hasta ahí llega su odio sectario, está claro que está gentuza no tiene límites. Harán cualquier cosa con tal de mantenerse en el poder, porque su naturaleza es propia de unos miserables
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