El compinche del delincuente corrupto

Griñán

Exactamente un cuarto de hora después de que el Tribunal Supremo hiciera públicos los 1.205 folios del mayor caso de corrupción habido nunca en España, los ERES de Andalucía, un magistrado del Tribunal Supremo que tiene con este cronista la magnanimidad de comentar asuntos judiciales de primera importancia y adelantar decisiones sobre temas de enorme trascendencia, resumía de esta forma los efectos de la determinación de la Sala II del Supremo: «Con esta sentencia, Griñán y Chaves no pueden ser indultados». Naturalmente, no se refería a la posibilidad de que Sanchez no activara el indulto para impedir que su correligionario el ministro, ex presidente de la Junta y ex presidente del PSOE nacional, entre en prisión en pocos días, sino que, dada la calidad (el sustantivo empleado fue este) de los delitos por lo que el propio Griñán y otros ocho delincuentes, entre ellos el chulísimo colega (hay que recordar con qué ufanía se comportaba en el poder) Manuel Chaves, sería una total desvergüenza, una atentado contra el Código Penal y la misma Constitución, que el presidente del Gobierno y su cohorte de menestrales se avengan en poco tiempo a condonar la pena, que a final de eso se trata, a los citados.

Pero lo va a hacer. Va a perpetrar semejante sinrazón jurídica, política y moral a pesar de que, también se puede avanzar sin riesgo de error, tanto la Fiscalía como el Tribunal sentenciador refrendarán al Supremo y apostarán porque las penas se cumplan en su totalidad. Aquí, en este país donde ya las leyes no existen más que para los desgraciados que se enfrentan a la autarquía vengativa de Sánchez, la Justicia ya no es igual para todos. Fíjense el grado de desahogo preventivo que tienen el todavía presidente y su cuadrilla, que para ir preparando al estupefacto personal sobre su decisión del indulto, ya han filtrado que desde hace veinte años se han producido 152 indultos por malversación. Incluso, desde el Ministerio de Justicia que dirige la sectaria Llop se ha filtrado los nombres y apellidos de los/as beneficiados. Pues bien, les reto a que repasen la lista por ver si alguno de los inscritos les suena de algo y a más a más, les desafío a conocer la identidad de los relacionados y qué categoría de malversación cometieron en su momento.

Los medios afectos al totalitarismo vigente ya han empezado a destacar este extremo de los indultos precedentes y también a advertir a los opositores al régimen sanchista que se dejen de mandangas porque habrá indulto firmado por un Sánchez que se saltará a la torera también también todas las trabas administrativas. Así lo ha anunciado de antemano el periódico global de la mañana, convertido ya sin disfraz alguno en el Boletín Oficial de la Moncloa, en el house organ de este PSOE en disgregación. No se preocupen en todo caso que, cuando llegue -si llega al fin- el relevo en la supremacía del poder político este diario, y sus adyacentes, se plegarán en principio a los nuevos barandas prometiendo lealtad y, lo que es peor, los nuevos halagados se sentirán entonces satisfechos: «Mira cómo me trata Feijóo».

Tienen los émulos de la sangría asturiana de la República todo muy bien pensado. Para que la gente trague con el indulto (me sale «insulto» al teclear), Sánchez proclamará que «sólo» ha firmado una gracia, una remisión parcial, de forma que la cosa perdonada se quedará «únicamente» en dos años que, cómo sabemos, es el tiempo que posibilita el no ingreso en la cárcel de cualquier individuo. Esta persona honesta a la que el Supremo define textualmente como «parte activa y voluntaria» de una red destinada a utilizar groseramente el dinero de los parados para montar saraos de todo jaez, incluso en cocaína y putas, se va a librar así de cumplir con lo ordenado por el Supremo. No entrará en el trullo porque él, como bruto, es un hombre bueno, el hombre bueno que desfalcó 680 millones de euros de dinero público.

Aseguran los más optimistas, los que aún creen en la España actual, que Sánchez, firmante del indulto, lo pagará en las urnas. ¿Saben lo que afirman a este respecto los comandantes regionales del dictador caribeño? Pues que no pasará nada, que a la gente le trae por una higa todo lo relacionado con la Justicia y más aún sus entresijos. La titular de Justicia, la simpar Llop, ya ha dictaminado que en sus frecuentes viajes en el suburbano y en el bus del barrio, la gente le interroga sobre cómo es posible que no se renueve el Consejo del Poder y más aún, se duele de que Griñán, un tipo que no se ha llevado euro a su casa, pueda ingresar como un preso más en cualquier centro cercano a su domicilio, que esa es otra.

Es todo burdo: pero, ¿es que alguien conoce en este país a la señora Llop? Ni siquiera en su propio partido saben de ella, sólo sus congéneres de Jueces para la Democracia, cuyas propuestas y denuncias se asemejan a las que puedan hacer los coleguitas de Maduro. Sánchez se va a afiliar como compinche de Griñán al grupo de sujetos que ha decidido reventar, barrenar el último grado de decencia que todavía pueda existir en España. Él es ya conmilitón, cómplice mejor, compinche de un delincuente que ha sido cabeza, tronco y cola de la mayor historia de corrupción que haya sufrido nunca España desde la Transición. Y aún el individuo se permite lanzar acusaciones de perversión e inmoralidad a sus oponentes políticos mientras que sus terminales doblan el lomo ante su persona y se despiden de él ante las cámaras con un complaciente y agradecido: «Bueno, ¿bien no?» Y todavía algunos colegas pretenden que nosotros, periodistas desafectos al régimen, protejamos la buena reputación del que utiliza la televisión prestada para sobar el lomo al aún presidente. Pues, saben lo que digo: que este suscriptor no lo va a hacer. Allá cada cual con sus genuflexiones.

Lo último en Opinión

Últimas noticias