Cilevics, el comunista que quiere aleccionar a España

Cilevics, el comunista que quiere aleccionar a España

Esta semana en el Consejo de Europa, dentro de su Asamblea Parlamentaria, institución arcaica que se ha convertido en una especie de Eurovisión de a ver quién la tiene “más grande” -la democracia, me refiero- y donde se entremezclan intereses espurios, se va a debatir un proyecto de resolución que supone una injerencia en toda regla a la justicia española por la cuestión de la sentencia del Supremo a los golpistas del ‘procés’.

El promotor de la misma es un letón excomunista, Boriss Cilevics, actualmente en las filas socialistas de su país, dentro del partido Harmony, y que comparte también filiación política con Pedro Sánchez y los eurodiputados socialistas en el Parlamento Europeo. Aquí aparece ya el primer interrogante. Si el partido socialista europeo está comandado por la española Iratxe García, ¿ha sido el presidente Sánchez el verdadero impulsor de este atropello a la justicia española?, pero si Sánchez no tiene nada que ver con la iniciativa estaríamos ante una nueva demostración de que el principal representante nacional que los socialistas tienen en un país europeo pinta menos que un guionista en los títulos de crédito.

El ínclito Cilevics, el latoso letón es de esos ex comunistas o todavía comunistas disfrazados de demócratas que descubrieron los derechos humanos cuando la Unión Soviética colapsó. Físico de formación, estuvo trabajando durante le época soviética en el Instituto de Investigación de Microprocesadores de Riga, una empresa pública dedicada a la producción de material aeroespacial y de defensa para que la Unión Soviética impusiera su dominio frente al mundo libre. En aquel entonces parece que a Cilevics no se le despertó la fiebre democrática.

Es más, Cilevics no destacó nunca por estar en la cárcel por defender los derechos humanos y la democracia. No fue un Lech Walesa letón. Se alistó a las filas del Frente Popular de su país a finales de los 80 para reclamar la independencia de su país. Cuando la Unión Soviética se desintegró, Cilevics hizo un cursillo acelerado de buen demócrata y de derechos humanos, para borrar su pasado como camarada, auspiciado por los globalistas clásicos, donde siempre aparece Soros, el departamento de Estado de los EEUU y las ONGs en manos de plutócratas siempre dispuestos a meter el dedo en el ojo a los rusos para obtener tajada económica.

La propuesta del vergonzoso informe sobre España la promovió el letón con otros 24 firmantes, la inmensa mayoría socialistas de distintos países europeos. Otra felonía de Sánchez que antepone siempre los intereses suyos particulares sobre los intereses generales.

El informe del letón sólo beneficia a la política apaciguadora de Sánchez y a los independentistas. Lo cínico del caso es que mientras algunos socialistas son colaboracionistas palmarios con los secesionistas, se ponen de perfil ante las violaciones verdaderas de derechos humanos que sobre otras minorías ocurren en el continente europeo.

Ahí también aparece Cilevics. Letonia es uno de los países donde el odio y xenofobia hacia los rusos está muy presente. Y eso que la minoría rusa representa el 30% de la población. Los políticos letones se dedican a alimentar dicho discurso de odio. Por ejemplo, el pasado año el Parlamento letón subió de intensidad su presión sobre los rusos. Aprobó una ley para recortar drásticamente las emisiones televisivas en ruso. ¿Alguien imagina al Congreso de España aprobando una ley que recortarse las emisiones en las televisiones autonómicas en catalán, valenciano, vasco o gallego? Pues ahí lo tienen. El parlamentario que aprueba una ley discriminatoria en su país contra una minoría se presente en el púlpito de Estrasburgo para aleccionar a la justicia española. Todo un jeta amparado por Sánchez y su política excluyente.

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