Choque entre vicepresidentas, ¿esto es un Gobierno?

Da igual el tema, grande o pequeño, del que se trate. El Gobierno salta por los aires ante la sonrisa y los aspavientos made in Tetuán del primer ministro. El último episodio, que haría las delicias de don Ramón (del Valle Inclán), ha sido la ocurrencia caribeña de la vicepresidenta segunda de topar una serie de alimentos básicos, es decir, intervenir los precios de los mismos en el más puro estilo Maduro. Tampoco importaría a qué modelo económico responde la medida, si, en efecto, la ocurrencia fuera eficaz.

Desde el punto de vista político lo relevante es que si doña Yolanda –ve que se le escapa la mamandurria- no es capaz de convencer a su superiora en el Consejo de Ministros Nadia Calviño, ni a la ministra de Defensa, Margarita Robles, ni al ministro del ramo al que incumbe el asunto, ¿cómo demonios pretende convencer al pueblo pagano de que es una estadista sin par?

Argumenta en su descargo que el presidente del Gobierno le ha dicho que adelante; parece mentira que tras años al lado de Sánchez no le haya tomado el número correcto. Si la propuesta fracasa, como parece, don Pedro dirá que es cosa de la gallega. Si tiene éxito, nadie apuesta por ello tras las experiencias argentinas, cubanas, soviéticas y venezolanas, se colgará la medalla como si fuera propia.

No salgo de mi asombro. ¿Cómo en una situación tan dramática/trágica como la actual no es posible otro Gobierno? ¿No es posible argamasar un equipo ministerial en el que sus miembros, al menos, muestren un mínimo de cohesión y coherencias interna? El actual Gobierno en opinión mayoritaria más que una solución se ha convertido en el gran problema. Así lo ven también desde Bruselas.