Caverna progre en el verano de La Mareta (gratis)

La Mareta

La Mareta, el palacio lanzaroteño que regaló el rey Husein de Jordania personalmente a su «hermano» el Rey Juan Carlos, y éste lo donó al Patrimonio Nacional, se ha convertido este verano en el centro de conspiraciones para tres sujetos de la vida política española que han decidido, porque ellos lo valen, veranear a cuerpo de rey, por cuenta del contribuyente, cosa que no sucede en la mayor parte de los países de nuestro entorno europeo donde cada cual se paga de su bolsillo sus asuetos. Oigan, ¡con un par!

El anfitrión, Sánchez, el invitado, Illa junto con el mandamás Zapatero, el connivente con Maduro y el genocidio venezolano. Se trata, básicamente, de personajes inútiles, que solo han vivido de la política, es decir, a costa de los impuestos de los que realmente trabajan y crean riqueza.

Hace unos días me llamó un reputado y muy conocido colega para preguntar de paso qué opinaba este columnista acerca del akelarre de La Mareta, es decir, de qué demonios estarían perorando estos sujetos, a los que días después se uniría el inefable e inexportable Marlaska, el hombre de Burgos al que le gusta presumir de ser de Bilbao.

– Qué quieres que opine -respondí-, lo que dicta el sentido común y lo que piensan la mayor parte de los ciudadanos, es decir, cómo seguir básicamente en el machito… Durante seis años han dado pruebas más que suficientes para poder colegir eso: el poder, su poder, el uso y disfrute del poder a costa de lo que sea.

Todo ello, adobado con la auto concedida etiqueta progresista, cuando, bien analizado a la luz de los creadores universales de la izquierda y el liberalismo más próximo, son la antítesis de lo que podría conocerse como el progreso. Volver al feudalismo, como es el caso del pacto por la soberanía fiscal para Cataluña, no es algo que acreditaría Karl Marx y el resto de los padres fundadores del movimiento internacional del comunismo/socialismo.

Mentir flagrantemente a todo un  pueblo, incluidos sus votantes, para conservar el poder hasta que la palabra tenga menos valor que el orín de los perros, conduce a las situaciones que estamos viviendo en la coyuntura española. Abrazarse desde el poder institucional de la nación española con aquellos que se saltan las leyes democráticas con el único objetivo de dar satisfacción al golpismo para amarrarse al sillón no es algo que ningún responsable público pueda sentirse orgulloso.

Aprovechar el cargo institucional para beneficiar económicamente a tus más próximos allegados (Begoña, hermano, suegro, padre, etc.…) no creo que entre precisamente en la categoría de un comportamiento «progresista». Y si encima, atacas desde el poder a los que legítimamente tienen todas las facultades democráticas y legales para combatir la corrupción, entonces hemos entrado en otro estadio perfectamente descriptible. Cuando la caverna asesina de sátrapas caribeños roban elecciones y se atrincheran frente al mundo y no los combates estás remitiendo mensajes de que te gusta la caverna.

¿Qué hacemos, Zapatero? ¿Por qué no llevas a cabo esas reuniones en tu mansión de Lanzarote y pagas tú las viandas y el aire acondicionado?
Progres de pacotilla con jeta de cemento armado sólo pueden subsistir (y subsisten) en un país desmemoriado y en lucha por la propia y agónica supervivencia.

¡Y lo que nos queda por conocer…!

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