El antisemitismo asqueroso de Rubiales

Amparo Rubiales

Hace unos días estuve en una cena informal de esas donde puedes moverte entre mesas y tertulias. Gente interesada en la música, la cultura y los viajes. Reconozco que quizá llevo mucho tiempo en mi propia echo chamber y tiendo a pensar que lo que yo considero de sentido común está saludablemente generalizado. Por ejemplo, que Israel, con sus aciertos y errores, es un actor de pleno derecho en el panorama político internacional.

Sí, hubo una época que entre los progres culturetas con los que me relacionaba era casi obligatorio manifestarse en contra de EEUU y de Israel. Pero incluso ellos fueron madurando y moderando tanto sus opiniones que ya casi no me encuentro especímenes tan prototípicos como los de antaño. Pero ahí los tenía otra vez. Les cuento. El anfitrión, un caballero con quien coincidí delante de los postres, nos contó que su hijo cursaba sus estudios en Israel a causa de determinada beca. Me pareció una oportunidad fascinante y le compartí mi interés y agrado. No les sorprenderé a estas alturas si les digo que es un país que respeto y admiro desde que la inevitable capa de izquierdismo «normativo» de mi primera (y casi segunda) juventud se acabó por descomponer. Pero no era algo general en aquella mesa

Naturalmente, tras las primeras quejas y viendo venir la polémica, como me gusta dejar claras mis posturas desde el principio, advertí de que yo apoyaba sin fisuras el derecho de Israel a ser una nación como las demás. ¡Qué fui a decir! Me sentí de repente en el túnel del tiempo del progreísmo más setentero. Que por qué apoyaba al estado de Israel, me espetaban con intriga. Y por qué no, respondía yo. Y a partir de aquí todo se volvió bastante crudamente antisemita (sin ahorrar tópicos sobre su mucho dinero y poder etc.). Me fue bien el baño de realidad: hay ambientes bastante inafectados por el paso del tiempo. Tomo nota.

A causa de esta reciente experiencia no me ha sorprendido tanto que la presidenta del PSOE de Sevilla, Amparo Rubiales, se haya referido a los orígenes hebreos de Elías Bendodo, actual coordinador general del PP Nacional, de la forma más racista e insultante en las redes sociales. Y no sólo eso. Utilizando perversamente el oxímoron más de manual de la historia de todas las gramáticas que en el mundo han sido, le ha llamado concretamente «judío nazi» Al parecer se hizo acreedor de ello al referirse al presidente, Pedro Sánchez, como «tramposo» por obligar a los españoles a votar en pleno verano.

La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), que representa oficialmente a los judíos españoles, ha condenado «enérgicamente» su «comentario antisemita». «Se trata de antisemitismo, ya que se señala el origen judío de Bendodo cuando a ningún otro político se le identifica con su origen o religión», han lamentado en un comunicado. También con mucho tino han observado que la utilización del nazismo «supone la banalización de uno de los sistemas más criminales de la Historia». Y la Plataforma contra el Antisemitismo ha afirmado que «llamar nazi a alguien desvirtúa la dimensión criminal que supuso el nazismo», tildando de «deleznable» el comentario de la que fue vicepresidenta segunda del Congreso, diputada nacional durante ocho años, senadora durante siete y consejera del primer gobierno de la Junta de Andalucía. Amén de un referente feminista en su propio mundo.

Amparo Rubiales ha publicado hoy un tuit en el que asegura, bastante confusamente, que no tiene «nada, nada contra los judíos» pero sí «todo, todo contra los nazis». Pero delante de «nazi» iba «judío» y era por algo.

Pues nada, ya tengo a mi tercer espécimen en 20 días. Regreso al pasado en todas las pantallas.

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