AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

Mi amigo el general Sabino

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  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

El agradecimiento no es precisamente una de las cualidades, teniendo tantas, de la Casa Real. No agradecimiento sino gratitud eterna debe don Juan Carlos a Sabino por su actuación en el 23-F. Aquella dramática noche, el inolvidable general antepuso su lealtad a la Corona y a la persona del Rey por encima de la amistad a muchos compañeros de armas implicados en el golpe que nunca le perdonaron su inflexible actitud, actitud sin fisuras, sin desmayo, cuando tantos estuvieron a punto de rajarse. ¡Gloria al ilustre e inolvidable Sabino! que, el próximo sábado día 26 de este mes de octubre, hará ya quince años de su muerte, y que salvó a la monarquía aquel mes de febrero de 1981 en el que, durante toda la noche y la madrugada, «fue una obsesión para Sabino mantener viva la llama del poder civil», según Manuel Soriano en su magnífica obra Sabino Fernández Campo. La sombra del Rey (Temas de Hoy 2008). No se dejó llevar por la corriente de los acontecimientos.

Mentiría si no reconociera, aquí y ahora en OKDIARIO, que mi relación con Sabino y a pesar de nuestra amistad, no fue siempre un camino de rosas. Muchas fueron las llamadas al orden que recibí del jefe de la Casa del Rey por comentarios que no eran del agrado del soberano. Pero siempre cordiales y reflexivas de quien tenía como suprema obligación velar por la imagen de Su Majestad.

Uno de los motivos de esas llamadas se produjo con motivo del viaje oficial de los Reyes a Chile, en octubre de 1990, en el que me hice eco de la noticia de un diario de Santiago, el Fortín Mapocho en primera página y a grandes titulares en rojo: «Los Reyes harán tuto en camas separadas». Según Sabino, no era necesario ni correcto desvelar tal cosa.

También y a propósito del protocolo «antiprotocolario» aplicado en el viaje oficial a Gran Bretaña, conservo una dura carta de Sabino reprochándome el atrevimiento de criticar el protocolo que iba a utilizarse en el primer viaje oficial de los Reyes de España a la Inglaterra de la reina Isabel. En la citada carta, el general Sabino Fernández Campo me hizo llegar el disgusto de Su Majestad con una serie de argumentos que no conocían ni quien la escribió ni quien la dictó.

A pesar de todos estos, digamos, contratiempos profesionales, ni el general Sabino ni Zarzuela vetaron nunca mi nombre de las listas de periodistas invitados a actos de la Casa Real.

Miserable despedida

En la salida del ilustre jefe de la Casa, Don Juan Carlos no estuvo a la altura de las circunstancias. Sabino no se mereció jamás salir como salió. Juan Carlos  quería verse libre de la tutela de Sabino y aprovechó el almuerzo en el restaurante Horcher, el 29 de diciembre de 1992, con motivo de las fiestas navideñas junto a la Reina y Sabino para, de repente y sin que hubiera una conversación previa, dirigiéndose a la Reina, decirle a bocajarro: «Sofi, ¿sabes que Sabino se nos va?». La Reina, creyendo que se trataba de una de esas bromas de su marido, respondió: «Bueno, algún día se tiene que ir». Pero el Rey quiso dejárselo muy claro. «¡No, no, es que se va ya!».

La Reina, desagradablemente sorprendida y sin dar crédito a lo que el Rey había dicho, le preguntó a Sabino: «¿Es verdad que se va?». «Si el Rey lo dice…», le contestó Sabino tan desagradablemente sorprendido como ella. Porque Juan Carlos mentía. No se iba. Le echaba. Y las lágrimas brotaron de sus bellísimos ojos color uva.

«¿Qué quieres, que la eche?»

Cuando regresaron a Zarzuela después de la desagradable comida de Horcher, Don Juan Carlos le aclaró: «No te lo quería decir, pero ya que tanto dolor te produce te diré que se marcha por tu culpa. Se va por tu culpa». Y fue tan miserable que le dejó oír una grabación manipulada (me dijeron que por el responsable de transmisiones y comunicación de Zarzuela, el coronel José Sintes). En ella, Fernando Gutiérrez, jefe de prensa de la Casa, ante las quejas por el tiempo que Sabino pasaba con la Reina en su despacho mientras que muchas personas, incluido él, esperaban para despachar, se le oye decir: «¿Que quieres que haga?, ¿que la eche?».

Ésta es la explicación que Sabino me dio. «La culpa pude haberla tenido yo. Por un malentendido. Por esa grabación manipulada de Sintes. Resulta que la Reina acudía casi todos los días a mi despacho para quejarse de su situación sentimental. Permanecía horas y horas lamentándose y yo la escuchaba con todo respeto. Cuando se marchaba, Fernando Gutiérrez se quejaba de que, por culpa de la Reina, no se podía hacer nada».

Sabino se dolió hasta la hora de su muerte de no haber podido explicar a la soberana la verdad de aquellas palabras. Fue un golpe bajo de Don Juan Carlos al Jefe de su Casa, dicen que influenciado por Mario Conde, que deseaba desplazarle.

Sabino abandonó Zarzuela manteniendo su carismática denominación, aunque nunca tuvo que imponer su autoridad. Sucedió el 30 de diciembre de 1992. Aquel día fue el principio del fin de una gran y larguísima relación con el Rey y la Reina.

Con la viuda de Sabino

Esta semana he tenido la oportunidad de comer en el restaurante La Parra con María Teresa Álvarez, la viuda de Sabino desde el 26 de octubre de 2009, cuando éste falleció de neumonía a los 91 años y con el que había contraído matrimonio en 1997.

Por entonces Sabino era separado y viudo de su primera esposa, Elena Fernández-Vega, de quien se enamoró en los primeros años de juventud. No sólo logró sobreponerse a esta herida de carácter familiar sino también a la muerte prematura de cuatro de sus diez hijos (Álvaro, Sabino, Margarita y María Cristina). Generosamente, intentó consolarme por la muerte de mi hija Isabel, habiendo pasado él por esta tragedia cuatro veces.

Y al referirse María Teresa al título nobiliario de condesa de Latores, heredado de su marido (cuando la Casa Real la invita lo hace siempre como condesa viuda) dice: «Lo llevo con mucho orgullo, sobre todo porque soy la viuda del titular que mereció con su vida y con su obra ese reconocimiento aunque nunca lo utilizó». María Teresa es una mujer de 78 años, escritora (su último libro Juana de Castilla –la Esfera de los libros–), inteligente, culta, muy guapa, con las mejores cualidades del catolicismo asturiano, 28 años mas joven que Sabino. Siempre se ha distinguido por su discreción, manteniéndose al margen y observando un absoluto silencio. Lógicamente le pregunté por las memorias, reprochándole que no las publicara.  Aunque yo vi las carpetas numeradas, María Teresa me negó que existieran. «No hay tales memorias, sólo son notas. Además a Sabino no le gustaría». Si ella lo dice… así será.

¿Qué está pasando en el Opus?

Durante años yo estuve trabajando en una empresa directa o indirectamente relacionada con el Opus Dei: la agencia de prensa Europa Press. También estudié Periodismo en la Universidad de Navarra perteneciente a la prelatura del Opus Dei y fundada en Pamplona en 1928 por José María Escrivá de Balaguer que, en 2002, fue inscrito en el catálogo de los santos de la Iglesia Católica. Después de finalizar Derecho en Granada y haber cursado la carrera de Periodismo en la Escuela Oficial de Periodismo con sede en Madrid, la única que existía junto a otra en Barcelona, en aquella década de los 50, junto a la de la Iglesia, hasta que, en 1971, Periodismo pasa a la Universidad, entre ellas a la de Navarra y es allí donde vuelvo a licenciarme por segunda vez en Periodismo, como ya he comentado.

En aquellos años, algunos grandes gerifaltes del Gobierno eran del Opus. Aunque en 40 años del régimen Franco nombró a 116 ministros, sólo 8 eran del Opus, como los ministros tecnócratas López Rodó, López Bravo, Ullastres, Navarro Rubio, Vicente Mortes, entre otros. La inmensa mayoría de los miembros del Opus no participaron en la vida política del régimen, como el banquero Luis Valls Taberner del Banco Popular, que vivía para su banco y para su Obra de la que era numerario y beneficiar financieramente al grupo religioso.

Lo que no impedía que la Obra tuviera una gran influencia en todos los estamentos de la sociedad española y, por supuesto, dentro de la Iglesia católica gracias al amparo del Papa Juan Pablo II, que protegía a la Obra en la medida que hoy el actual Pontífice Francisco recorta su poder dando un golpe de mano queriendo «apartar al Opus Dei de la gestión del santuario de Torreciudad, en Huesca», de gran importancia simbólica y lugar de peregrinación, designando a un «comisario pontificio» para que se haga con todo el control de lo que lo rodea. Yo, personalmente, acompañé al hoy san Josemaría, en 1975, cuando se inauguró este «enclave espiritual» y, desde aquel día, en numerosas ocasiones. Precisamente el santuario ha puesto de manifiesto, según El País, la crisis de la Obra sobre todo en su relación con el Vaticano.

El periódico madrileño apunta que la crisis de la Obra comenzó con el enfrentamiento del obispo de Barbastro, Ángel Pérez Pueyo, con el Opus por el control del mencionado santuario que ha apartado a la Obra de la gestión del recinto, según anunció la Santa Sede. La verdad es que siendo justos fue una obra creada, fomentada y pagada por el Opus.

He querido oír la opinión de un destacadísimo miembro numerario del Opus, Carlos Soria, viejo y querido amigo, decano de la Universidad de Navarra y autor de un interesante libro, Momentos”, sobre San Josemaría, en la que se detiene en su vida relacionada precisamente con la Universidad de la que, independientemente de fundador, fue Gran Canciller a lo largo de veintitrés años. Soria, lógicamente, le ha quitado hierro al tema centrándolo en la crisis puntual administrativa de Torreciudad. Puede, aunque lo dudo. El Opus Dei de hoy nada que ver con aquel de los Lópeces y su influencia política.

Los peluqueros de la Reina

Acaba de fallecer, a la edad de 84 años, Francisco Segura, el peluquero autor desde hace ¡¡¡40 !!! de la historia del icónico peinado eterno de la Reina Sofia, «esa melena imperturbable, esponjosa y con volumen y un largo que parece no crecer nunca, un peinado casco, fiel a un mismo corte y moldeado, una de sus señas de identidad, clásico, elegante e inmutable cincelado a base de rulos y laca».

Con tal motivo, quiero recordar hoy y aquí la historia de los peluqueros reales que yo he conocido a lo largo de mi relación con la Casa Real, desde que Sofía era princesa. Sin restar méritos a Francisco Segura, fue Isaac Blanco el primer peluquero en ocuparse de la cabeza de Doña Sofía, aunque tuvo una mala experiencia. Cierto es que aquellos eran otros tiempos. La Zarzuela carecía de la amplitud y comodidad actuales. Aún no se habían acometido las obras que la transformarían en el complejo que es hoy. Era tan pequeña la residencia real que si había audiencias o invitados, como la reina Federica, había que utilizar las puertas de servicio.

Isaac Blanco, que era tan famoso e importante en España como Aleixandre, estaba acostumbrado a acceder siempre por la puerta principal. Pero un día, por razones que no vienen al caso, se le rogó al señor Blanco que accediera por la puerta de servicio y no por la principal, como hacía todos los días que se le llamaba. Aquello no debió gustarle y se sintió humillado. Y así lo hizo saber. La entonces princesa Sofía, que mandaba mucho, supo del disgusto de su peluquero y, en la primera oportunidad en que fue requerida su presencia, ordenó lo hiciera por la puerta principal y que, incluso, le encendieran todas las luces. Fue su último día. No volvieron a llamarle jamás.

Aunque la Reina Sofía no ha necesitado, para sentirse como tal, oír un crujido de rodilla como la reina Isabel de Inglaterra, sí gusta y exige que se respete el protocolo. Un elocuente ejemplo de lo estricta que ha sido siempre con éste se puso de manifiesto el día que, en un vuelo de Iberia, una de las azafatas, precisamente la jefa de cabina, le preguntó por «sus hijas». La Reina, de manera cortante como sólo ella sabe serlo, le contestó: «Se referirá usted a las infantas».

Cuando despidieron a Isaac se contrató a otro peluquero, Fausto Sacristán, quien estuvo más de 15 años peinando a la Reina en Zarzuela. Eso sí, respetando el estilo creado por el peluquero mallorquín Francisco Segura.  Entre sus múltiples anécdotas, fue testigo un día de la irrupción de Don Juan Carlos al baño en el que Fausto estaba peinando a la Reina para ejercer una cierta violencia física sobre la Soberana sin que ninguno de los dos pronunciara una sola palabra. En aquella ocasión, y como me contaba Fausto, podía aplicarse eso de «ella debía saber por qué». Y este peluquero se marchó de la misma forma discreta en que había venido para hacerse cargo de la peluquería del hotel Ritz, adonde yo acudía para que me cortara el pelo.

Chsss…

¡Pero qué grosero el puto amo obviando y dando la espalda a la primera autoridad de Madrid como es el gran alcalde Martínez Almeida a su llegada al desfile de las Fuerzas Armadas!

Muy bueno lo de María Jesús Fuentealamo: «¿Por qué Nadal e Iniesta se retiran y los políticos como Sánchez y cía, no?».

O es tonta o cree que lo somos porque declarar que lo que más le cautivó de su esposo Donald Trump fue su carácter relajado… Apaga y vámonos.

Lo único que hace es pasearse por el mundo para fotografiarse con todos los jefes de Estado, siempre con la misma ropa, intentado que se impliquen en su guerra.

Después de las broncas con su madre en televisión, el hijo, hasta ahora totalmente desconocido, se ha convertido en una estrella, estrenándose incluso como modelo de pasarelas. Y anuncian reconciliación, también televisiva. ¡Esta familia maneja los tempos televisivos como nadie!

¿Y qué decir de la vedete de Totana, a quien una empresaria ha decidido rentabilizar su escandalosa comparecencia televisiva llevándola por toda España? La primera será en noviembre. Y sigue rentabilizando los escándalos de su vida.

Sorprende que el nombre de una del clan, administradora única de la sociedad Rubitecamp, tan presente en la tele, aparezca en la lista de morosos con la Agencia Tributaria, con una deuda de… 600.000 euros.

Hasta ahora, eran los padres famosos los que promocionaban a sus hijos en la tele pero nunca una famosa como la horterilla de San Blas, conocida como la princesa del pueblo, lo ha hecho con su madre de 80 años.

Yo no sabía que el polémico ex ministro se ha divorciado cuatro veces y tiene cinco hijos.

¿Será verdad que el famoso jugador de fútbol del Real Madrid es sospechoso de una presunta violación? No me lo creo. ¿Será para sacarle pasta?

La Fiscalía de Madrid rechaza admitir a trámite la querella de la consorte gubernamental contra el juez por presunta prevaricación.

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