Almeida cayó en la trampa

José Luis Martínez-Almeida cayó en la trampa

El episodio de los presupuestos del Ayuntamiento de Madrid, que centró la entrevista del lunes al alcalde en este periódico es, probablemente, el episodio más transcendental para el futuro de Almeida en todo su mandato. Como es sabido, el Alcalde, ante la negativa de Vox a apoyar los presupuestos, decidió sacarlos adelante con el grupo llamado Recupera Madrid (escisión de cuatro concejales de la formación comunista Más Madrid). Para lograr dicho apoyo el Alcalde aceptó dejar fuera de la bajada de impuestos prevista a 1,6 millones inmuebles, aumentar las subvenciones al tejido social LGTBQ y a la cultura progresista, quitárselas a la Fundación Madrina, y hacer hija predilecta de la ciudad a la polémica escritora comunista Almudena Grandes en contra de sus propias convicciones (según relató el lunes mismo a OK Diario).

Lo que a priori podría ser casi una gesta de un ejemplar político moderado que practica el arte de lo posible, ha sido sin embargo leído en los medios como una torpeza mayúscula del alcalde. Y todo debido contexto en que dicha decisión se ha producido: el debate sobre Madrid central, la guerra interna del PP y el oportunismo de los tránsfugas comunistas.

En cuanto a lo primero, la negativa de Vox a apoyar los presupuestos se fundamentó en algo muy simple: Vox le pedía al alcalde que cumpliera su propuesta estrella de derogar Madrid Central. Una propuesta que nadie le obligó a hacer, y que él mismo llevó como leit motiv electoral para luego decir que Madrid Central es ineludible. Algo falso, pues Madrid Central (basado en el modelo parisino de prohibiciones) no es el único modelo de reducción de emisiones: cabría el modelo londinense de pagar. Un modelo menos excluyente en el que cualquier ciudadano que necesite entrar a la ciudad en un momento dado, puede hacerlo por un módico precio. Mientras, en el modelo de prohibiciones actual el acceso queda limitado a los privilegiados que pueden pagar un coche eléctrico o un parking. La falta de una alternativa ha convertido a Almeida en esclavo de sus palabras.

Por otra parte, el pacto Almeida-comunistas se produce tras un acuerdo presupuestario en la Comunidad de Madrid entre PP y Vox. Con lo cual el mensaje trasladado al electorado es tremendo: hay un PP capaz de entenderse con Vox (el de Ayuso) y otro que no. Almeida ha caído en la trampa de ponerse con la opción que peor cae al electorado. Opción que expulsa votantes, sin que nos conste que agregue a otros.

Y para colmo, la guinda: no contento con incumplir su promesa estrella y aumentar la brecha Génova-Ayuso, pacta con los comunistas las concesiones dichas. Con lo cual, entre otras cosas, les está diciendo a las familias que habitan el millón seiscientas mil casas que no van a tener bajada del IBI que no merecían la firmeza negociadora que mereció Madrid central (que al fin y al cabo solo afecta a los apenas 140.000 habitantes del distrito centro).

Las promesas incumplidas, el contexto de la guerra Ayuso-Casado-Vox, y la sagacidad serpentina de los comunistas de Recupera Madrid le tendieron a Almeida una peligrosa trampa. Y en lugar de sortearla con soluciones creativas fieles a su promesa, propuestas agresivas a las que Vox no podría decir que no, o con una simple prórroga de los prepuestos para evitar el pacto con los carmenistas, Almeida cayó en la trampa, y buena la ha liado para sí y su partido.

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