Carta abierta al embajador de Bélgica en España

Carta abierta al embajador de Bélgica en España

Sirva la presente, señor embajador, para no andarme con ambages pseudodiplomáticos y manifestarle mi total estupefacción por la engreída y arrogante actitud que su pseudopaís ha tenido con España. Entiendo que mantengan los belgas un cierto resentimiento hacia España, porque efectivamente pusimos una “pica en Flandes”. Es historia que en el siglo XVI, durante el reinado de Carlos I, nuestra nación tenía posesiones en los Países Bajos, conocidas como Flandes y que con la ruta del Cantábrico cortada por los ingleses, España mandaba sus tropas por el Mediterráneo hasta Génova y después por tierra hasta los Países Bajos, siendo empeño costoso y complicado. Pero nuestros Tercios, que fueron durante casi dos siglos el nervio de la monarquía católica, lo consiguieron siendo un ejemplo y prodigio de eficacia organizativa. Así es la historia. En un tiempo en que España necesitaba defender sus territorios con soldados fiables, los Tercios demostraron de lo que era capaz un militar experimentado.

Pero las rencillas históricas no le otorgan a Bélgica, a la que usted representa como embajador, el derecho a insultarnos y a mostrar desde una falsa displicencia, una presunta autoridad moral de la que carecen. Permítame canciller recordarle varias cosas. Bélgica puede ser considerado casi como un “Estado fallido”, artificialmente creado de la noche a la mañana. Por un lado, Flandes pretende separarse y llevarse consigo Bruselas por razones históricas y a su vez ésta se siente más cerca de Valonia por causa del idioma. Ambos territorios desconocen la lengua de su vecina, es imposible conformar un gobierno nacional y es tal el enfrentamiento que él número de matrimonios mixtos es solo del 1%. Que peligroso es que nos den lecciones sobre la aplicación de los Derechos Humanos. Leopoldo II y posteriores monarcas fueron responsables de masacres brutales contra congoleños y de esa colonia se sacó todo y no se aportó para su bienestar, nada.  Sin embargo y a pesar de la infumable “Leyenda Negra”, la verdad histórica demuestra el ingente legado español en Iberoamérica, como la enseñanza, sanidad, religión y el mestizaje.

Como guarida del prófugo Puigdemont, deberían ser conocedores, y usted especialmente señor Embajador, que The Economist sitúa a España como una democracia más completa y rigurosa que la belga, desmintiendo a varios líderes flamencos en sus repugnantes mentiras. Han insultado con sus preguntas. Han tenido la desfachatez de pedir a la jueza de la Audiencia Nacional información sobre el sistema penitenciario y judicial español y la osadía de demandar se conteste sobre las condiciones de las cárceles españolas y sobre el tipo de tribunal que enjuiciaría a los hoy fugitivos. ¿Ustedes se atreven a preguntar por tan espinoso tema? Mire, Bélgica ha sido condenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en numerosas ocasiones por violar los derechos de los presos e igualmente por haber vulnerado la Convención Europea de Derechos Humanos. La tasa de ocupación de las cárceles se sitúa en el 109 % frente al 84 % de España.

Han sido constantes las denuncias de sus propias organizaciones sociales por el hacinamiento, las huelgas y el constante incumplimiento de los Derechos Humanos en los distintos centros penitenciarios. Pocos países en Europa tienen un número tan brutal de presos preventivos, donde, con una población de 11.365.800 habitantes, 5.600 presos se encuentran en esta situación. Qué lecciones más baratas. España, que cuatriplica la población de Bélgica mantiene tan sólo a 7.600 personas en prisión cautelar. Señor embajador, desde el respeto y la dignidad de su cargo, menos arrogancia, mayor diplomacia y siempre la verdad. Recuerde que, como dijo Jim Rohn, empresario, autor y orador motivacional norteamericano: “La peor arrogancia es la arrogancia producto de la ignorancia”.

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