Messi y Cristiano contra la amenaza externa

Messi y Cristiano contra la amenaza externa

Me gustaría incluir en ese “disfrutemos de Messi y Cristiano”, que perfectamente es también “disfrutemos de Cristiano y Messi”, por aquello del monta tanto…, a algún jugador de mi Espanyol pero, sinceramente, hoy por hoy, no puede ser. Madrid y Barça se pueden permitir aún el lujo de tener a ese par de grandísimos jugadores que maravillan siempre a propios y extraños. Cada uno con su estilo, pero ambos, cracks de pies a cabeza. Disfrutemos de ellos porque llegan al fútbol dineros que no son del fútbol, euros que son de Estados y que invierten en la industria futbolística, seguramente por aquello de diversificar y, a la vez, por lo de ir tomando posiciones cara al futuro, pensando en el mañana cuando el petróleo y el gas ya no reporten tantos y tantos miles de millones de dólares. Del mismo modo que las oficinas inversoras de esos Estados, pujantes gracias a sus recursos energéticos, adquieren paquetes accionariales en compañías europeas de relevancia que cotizan en las más prestigiosas bolsas de valores, también penetran en el siempre exclusivo mundo del fútbol. Por suerte, Cristiano y Messi siguen enrolados en dos clubes de pedigrí que durante las últimas temporadas se encuentran al frente, junto con el incombustible Manchester United, del ranking por facturación.

Sin embargo, nuestra Liga, hoy Santander y hasta la pasada temporada BBVA, se halla a una considerable distancia de la Premier League. El empuje facturador de ésta deviene en unas compensaciones salariales mucho más elevadas, por término medio, que las que se ofrecen en nuestra Liga. A la corta y a la larga, los mejores futbolistas acabarán desplazándose hacia Inglaterra. La seguridad jurídica, especialmente en el campo tributario, juega asimismo una baza fundamental. Los futbolistas en España están expuestos a demasiados riesgos fiscales. Eso está impidiendo que se sientan tentados por aterrizar en nuestra Liga al ver las funestas experiencias sufridas por Messi y Cristiano. Y, tal vez, la marcha de algún destacado jugador hacia el fútbol francés, al margen de consideraciones pecuniarias, tenga algo que ver con sentirse carne de banquillo.

Si no se dan las mínimas condiciones de seguridad jurídica en lo tributario y de estabilidad en los criterios que aplica la Administración, la calidad del fútbol español se resentirá fatalmente. Será casi imposible que el día de mañana, podamos disfrutar del talento futbolístico de quienes hereden los cetros de Cristiano y Messi, y de otros grandes jugadores que marcan época y estilo en la Liga española. Pongamos cifras a este planteamiento. Por ejemplo, en el capítulo de inversiones en jugadores, en la temporada 2015/16, la Premier League lucía casi 5.000 millones de euros en tanto que la Liga 2.200 millones. Diferencia considerable que viene dada por el músculo económico de cada competición. En esa temporada, los veinte clubes de la Premier ingresaban —dejando de lado el dinero procedente del traspaso de jugadores— 4.858 millones de euros. Nuestra Liga, 2.511 millones.

Por match day —socios, abonados, taquillaje, estadio—, los 20 clubes de la Premier percibieron 825 millones de euros versus 749 millones de los 20 clubes de nuestra Liga. Por ingresos comerciales, con el marketing y los patrocinios como concepto primordial, los 20 clubes de la Premier facturaron 1.487 millones de euros frente a 816 millones de nuestros clubes. Y por derechos televisivos, los 20 clubes de la Premier sumaron 2.546 millones de euros mientras que los 20 de nuestra Liga alcanzaron los 946 millones.

Largo trecho, pues, el que separa el fútbol español del inglés es el que se avizora por delante. Lo cierto es que los ingleses saben gestionar muy bien el negocio futbolístico y la Premier, que también, cómo no, tiene sus defectos se muestra como una Liga paradigmática de la que hay mucho que aprender. El empeño de nuestra Liga por abrirse camino es digno de subrayar.

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