Grandes incendios

El mundo arde: así son los megaincendios o incendios de sexta generación

El cambio climático y el abandono del medio rural contribuyen a la aparición de estos grandes incendios

Los megaincendios o incendios de sexta generación afectan a zonas de más de 10.000 hectáreas

WWF España demanda una prevención de los incendios basada en la gestión del territorio

Los incendios forestales han dejado de comportarse como lo hacían habitualmente, convirtiéndose en fenómenos cada vez más impredecibles, peligrosos, extremos e, incluso, inextinguibles por muchos medios técnicos y humanos que pongamos sobre la mesa.

Así se comportan los llamados incendios de sexta generación, o megaincendios, consecuencia de un conjunto de factores, entre los que destacan el cambio climático y el abandono del mundo rural, que a su vez genera una falta de cuidado de los bosques y de su biomasa, convertida en el combustible perfecto para alimentar las llamas.

Los expertos suelen identificar como megaincendios a aquellos fuegos que afectan a una zona de más de 10.000 hectáreas. Además de esta enorme magnitud, también se caracterizan por ser capaces de alterar la dinámica de las capas altas de la atmósfera, así como los patrones meteorológicos y climáticos del lugar. Se podría decir que generan su propio clima.

Tormentas de fuego

Estos grandes incendios pueden provocar también los temidos pirocúmulos, o tormentas de fuego. Se trata de nubes de desarrollo vertical formadas por el intenso calor, el vapor de agua y partículas de humo y ceniza. Dichas nubes pueden alcanzar altitudes superiores a los 11 kilómetros y desencadenar potentes tormentas eléctricas.

El citado fenómeno es uno de los muchos que explican lo difícil que es extinguir un megaincendio, que es impredecible por definición. Tampoco ayuda la alta intensidad ni la alta velocidad de propagación de las llamas, ni la proyección de pavesas, esas partículas inflamadas e incendiarias capaces de recorrer distancias de varios kilómetros cuando se dan las condiciones más extremas.

Servicios de emergencia

Todo ello conforma un cuadro casi apocalíptico que hace llegar a la conclusión de que estos fuegos no son apagables hasta que no cambian las condiciones meteorológicas, dado que su magnitud suele superar la capacidad de respuesta de los servicios de emergencia.

Hacerles frente requiere coordinación internacional y evacuaciones masivas  con el fin de proteger a la población de fenómenos catastróficos que pueden extenderse durante semanas.

 Extremos e inapagables

En el año 2023, WWF España dedicó su habitual informe anual sobre incendios forestales a los megaincendios. El elocuente título de este trabajo es Incendios extremos e inapagables. Su subtítulo: propuestas para favorecer paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes es más optimista y apunta a posibles soluciones.

La ONG considera que las dos principales causas de este agravamiento de los incendios forestales son el cambio climático y el abandono del territorio. Respecto al primer punto, el estudio asegura que el cambio climático traerá consigo «más olas de calor intensas y duraderas, sequías prolongadas y humedades relativas muy bajas».

Por otro lado, «los períodos de máximo riesgo de incendio son cada vez más amplios y ya no se ciñen exclusivamente a los meses de verano. La sociedad debe asumir que estas condiciones que ahora consideramos extremas serán normales en el futuro», insiste WWF.

Abandono del campo

El abandono generalizado del territorio también facilita la aparición de megaincendios: «Hemos pasado de tener una economía predominantemente basada en la agricultura y el pastoreo, con un importante peso de los aprovechamientos forestales, a una sociedad con un sector primario marginal. Este abandono extremo ha degenerado en un paisaje homogéneo, sin gestionar, muy inflamable y donde los servicios ecosistémicos y la biodiversidad están comprometidos».

La entidad conservacionista asegura que  «un territorio despoblado es un territorio que arde. Si superpusiéramos el mapa de las áreas quemadas en los últimos años en la península ibérica con el mapa de las zonas más despobladas, comprobaríamos que coinciden en gran medida».

Este abandono de tierras ha provocado el crecimiento descontrolado del bosque. «La superficie forestal en España ha aumentado casi 4 millones de hectáreas, pero esto no se traduce en un aumento de bosques sanos, estables y diversos», advierte la ONG.

Biomasa

Como consecuencia: «Las zonas cultivadas y pastoreadas en el pasado están ahora cubiertas por matorrales, bosques jóvenes pioneros o rodales monoespecíficos que, sin una adecuada gestión, se convierten en un riesgo para la propagación de grandes incendios forestales». Es decir, cada vez hay más biomasa forestal inflamable, y además, no está bien administrada.

De hecho, WWF apunta directamente a esta «escasa gestión forestal» como otro de los componentes esenciales del problema. Según el informe: «En los montes españoles crecen cada año unos 46 millones de metros cúbicos de madera o biomasa, de los que únicamente se aprovechan 14 millones».

«A esta escasa utilización forestal se le suma la poca ordenación: en España, más del 85 % de los espacios forestales no tienen planes de ordenación que garanticen la preservación del monte y sus servicios ecosistémicos», insiste la misma fuente.

Soluciones

Para WWF, la mejor manera de luchar contra estos grandes incendios pasa por crear una «Estrategia Estatal de Prevención Integral de Incendios Forestales para prevenir este tipo de catástrofes y garantizar paisajes vivos, diversos, resistentes y resilientes».

Dicha prevención implica recuperar la gestión de los espacios forestales abandonados. «La única alternativa viable es invertir en el medio rural», insiste la entidad conservacionista.

WWF demanda además la reactivación de la ley de desarrollo sostenible del medio rural con el objetivo de generar empleo digno y asegurar la calidad de vida en la zona rural. «Esta medida debe ir acompañada de una reorientación de las ayudas de la PAC y de la aprobación de una Estrategia estatal de ganadería extensiva», añade.

Sanciones

Otra petición destacada de WWF es la aplicación, «de forma efectiva y ejemplar», de las sanciones y condenas para disuadir «a quienes están detrás de los incendios».

Por último, la ONG propone implementar herramientas que permitan comprender estos eventos extremos e imprevisibles y para que los servicios de extinción puedan adaptarse a los nuevos escenarios de incendios.