Una población de gallinas sin control invade una ciudad de Alicante: aún no es una plaga pero ya causan problemas

La creciente población de gallinas en espacios urbanos de una localidad alicantina dio lugar a un escenario poco común en las ciudades españolas. Estos animales, que comenzaron a multiplicarse hace varios años, hoy se han convertido en parte del paisaje, con consecuencias que van desde ruidos molestos hasta complicaciones para la movilidad y la limpieza de las calles.
Las autoridades municipales reconocen que este fenómeno, que en un inicio parecía anecdótico, se transformó en un asunto complejo. La necesidad de encontrar soluciones inmediatas ha llevado a licitaciones, renuncias de empresas y debates sobre el modo en que debe gestionarse la situación.
¿Cuál es la ciudad alicantina que está siendo invadida por una población de gallinas?
La localidad afectada es Torrevieja, donde el fenómeno comenzó en 2014, cuando unos pocos ejemplares fueron abandonados en una rotonda del plan parcial Villa Amalia. Lejos de ser controlada, la colonia inicial se multiplicó hasta alcanzar en la actualidad una cifra cercana a los 700 ejemplares, según datos publicados por medios locales.
La falta de intervención temprana y la alimentación proporcionada por algunos vecinos facilitaron la reproducción de los animales.
Con el paso del tiempo, la población de gallinas se ha extendido por parques, jardines y calles, hasta convertirse en un problema que condiciona la convivencia en la ciudad.
Un contrato frustrado y nuevas complicaciones para Torrevieja
El Ayuntamiento de Torrevieja licitó el 31 de enero de 2025 un contrato para la recogida y traslado de las aves. El presupuesto alcanzaba los 26.300 € y contemplaba la duración de un año. La adjudicación recayó en la empresa gallega Ecoplanin Xestión e Información Ambiental SL.
No obstante, la compañía renunció al contrato al descubrir que, además de capturar y transportar a los animales, también debía encontrar un santuario para reubicarlos.
Miguel Ángel Fernández, portavoz de la empresa, reconoció que este punto no estaba previsto en sus planes iniciales: «No entendimos que nosotros éramos los responsables de encontrar ese santuario para reubicar las 700 aves».
Testimonios vecinales y molestias cotidianas: todo está captado en vídeos
Aunque hasta el momento no se han registrado ataques, la convivencia con esta población de gallinas no está exenta de problemas. El ruido de los gallos es una de las principales quejas. «No me dejan dormir nada, a las 4:00 horas ya están cantando», explicó un vecino en el programa Espejo Público.
Otros ciudadanos aseguran que algunas personas se aprovechan de la situación. «Hay un hombre que se sienta en el parque, les da de beber a las gallinas y luego las roba. De momento se ha llevado dos gallos y un pato. Hay otra gente que roba huevos», relató otra residente en el mismo espacio televisivo.
Además de los testimonios, en redes sociales como en TikTok abundan los vídeos que muestran a las aves cruzando calles, paseando entre coches o incluso subidas a bancos públicos, lo que ha convertido el asunto en un tema de conversación constante en la ciudad.
Los riesgos de seguridad e insalubridad que trae esta población de gallinas
Desde el Ayuntamiento se insiste en que el problema va más allá de las molestias. La concejala de Bienestar Animal, Concha Sala, explicó que la intención del contrato es «evitar problemas de insalubridad, accidentes de tráfico al cruzar de un parque a otro o que algún animal pique a personas vulnerables».
El consistorio subraya que estas aves han creado colonias en zonas cercanas a parques municipales, tras haber sido liberadas años atrás. La pandemia, con el silencio en las calles y la falta de actividad humana, también favoreció su reproducción.
El plan de las autoridades pasa por reubicar a los animales en santuarios o granjas escuela. Sin embargo, la falta de espacios con capacidad suficiente para acoger a centenares de ejemplares sigue siendo el principal obstáculo.
Así, lo que comenzó como un hecho anecdótico se ha convertido en un problema de gestión urbana para Torrevieja.
El Ayuntamiento confía en que, en un plazo de dos o tres semanas, pueda resolverse la adjudicación del contrato con otra de las empresas que participaron en la licitación. Hasta entonces, la población de gallinas seguirá siendo una presencia constante en calles y parques de la ciudad, entre la curiosidad de unos y la preocupación de otros.