Aviso urgente de los veterinarios tras la muerte de un perro: cuidado si tu mascota come esto


Pocas cosas duelen tanto como la pérdida de una mascota. Son familia, compañeros de vida, y su bienestar debería ser prioridad. Sin embargo, a veces, incluso con las mejores intenciones, algunas malas decisiones pueden tener consecuencias fatales. Así fue la historia de Snoop, un dóberman que falleció trágicamente a los tres años debido a complicaciones derivadas de una dieta BARF mal implementada.
La dieta BARF (acrónimo de Biologically Appropriate Raw Food, o «Alimentos Crudos Biológicamente Apropiados») ha ganado popularidad en los últimos años por prometer una alternativa más natural y saludable frente a los piensos industriales.
La trágica muerte de Snoop y el papel de la dieta BARF
Snoop no era un perro cualquiera. Enérgico, fuerte y con una salud de hierro, parecía el ejemplo perfecto de un animal bien alimentado. Susdueños decidieron ofrecerle una dieta cruda porque confiaban en sus beneficios: carne fresca, órganos, verduras, y por supuesto, huesos. Estos últimos, considerados una fuente rica en calcio y fósforo, forman parte esencial de esta alimentación. Sin embargo, el problema radica en el tipo de hueso, su procedencia, y sobre todo, su preparación.
A finales de abril, Snoop comenzó a mostrar signos de dolor abdominal, apatía y vómitos. La visita al veterinario reveló una obstrucción intestinal severa. En la cirugía se encontraron fragmentos de huesos afilados, uñas y restos duros Pese a los esfuerzos médicos, el dóberman no sobrevivió.
La empresa responsable de los alimentos, Pure Barf, negó cualquier error en sus procesos, asegurando que cumplen con los estándares del modelo BARF. Sin embargo, los veterinarios que atendieron a Snoop señalaron que el alimento había cambiado de textura y apariencia tras una modificación en la maquinaria de producción.
¿Qué es?
La dieta BARF se basa en la premisa de que los perros, al descender de los lobos, están biológicamente diseñados para consumir alimentos crudos. Esta dieta busca alejarse de los alimentos ultraprocesados y ofrecer ingredientes en su estado más natural: carne cruda, vísceras, huesos carnosos, huevos, y una porción moderada de frutas y verduras aptas para canes.
Sus defensores afirman que esta alimentación mejora el pelaje, fortalece los músculos, evita alergias y ayuda al sistema digestivo. Sin embargo, la evidencia científica que respalda estas afirmaciones es limitada, y lo que sí está claro es que una mala ejecución puede tener efectos muy graves.
Los huesos, por ejemplo, deben ser crudos, grandes y carnosos para evitar que se astillen o se acumulen en el intestino. No todos los huesos son seguros, y jamás se deben cocinar, ya que pierden elasticidad y se vuelven quebradizos. En el caso de Snoop, los fragmentos hallados eran irregulares, filosos y contenían restos no comestibles.
Asociaciones veterinarias de renombre, como la Asociación Americana de Veterinarios (AVMA) y la Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA), han alertado repetidamente sobre los peligros de esta dieta. Aunque no niegan que algunos perros puedan beneficiarse de una alimentación más natural, insisten en que hacerlo sin control profesional puede ser peligroso.
Entre los riesgos documentados están las infecciones por bacterias como Salmonella, E. coli y Listeria, que no sólo afectan a las mascotas sino que pueden transmitirse a los humanos que manipulan estos alimentos. Además, al no estar estandarizadas, estas dietas pueden provocar graves desequilibrios nutricionales, dando lugar a enfermedades como osteodistrofia (por exceso de fósforo y déficit de calcio) o hipovitaminosis.
Los expertos también advierten que no todos los dueños están capacitados para calcular correctamente las proporciones adecuadas, ni todos los perros tienen el mismo sistema digestivo. Razas más delicadas, cachorros o animales con enfermedades crónicas pueden sufrir consecuencias severas ante este tipo de dieta.
Alternativas naturales son más seguras
Para quienes quieren alejarse del alimento procesado pero no quieren arriesgar la salud de sus perros, existen otras vías más controladas. Una de ellas es la dieta natural cocinada. Esta alternativa permite eliminar los patógenos presentes en los ingredientes crudos mediante la cocción, manteniendo un alto valor nutricional.
Al ser una dieta casera, se puede adaptar perfectamente a las necesidades específicas del animal: alergias, sobrepeso, edad, nivel de actividad o enfermedades preexistentes. Además, se puede diseñar y supervisar junto con un veterinario especializado en nutrición animal, asegurando el equilibrio de nutrientes esenciales.
Otra opción viable es optar por alimentos comerciales de buena calidad, que estén certificados por organismos veterinarios internacionales. La WSAVA ofrece guías para elegir piensos y alimentos húmedos que cumplan con los estándares de seguridad, calidad e investigación nutricional. Estas opciones, aunque industriales, pasan por estrictos controles y son muy seguras.
Casos como el de Snoop deben hacernos reflexionar. El amor por nuestras mascotas no basta si no está acompañado de responsabilidad. Alimentar bien a un perro no es tan simple como seguir una moda en redes sociales. Es fundamental buscar información fiable, acudir a veterinarios con experiencia en nutrición y entender que cada perro tiene necesidades únicas.