Ni bruja, ni republicana, ni cortesana, ni comisionista, ni ‘corinnavirus’
Después de intensas gestiones y largas esperas Eduardo y yo conseguimos sentarnos, cara a cara, con Corinna Sayn Wittgenstein. OKDIARIO ha logrado lo que nunca ante otros medios internacionales lograron materializar: la primera entrevista en vídeo de la princesa alemana. Podemos afirmar con orgullo de que se trata de una exclusiva mundial. Creo que, junto con la entrevista a Luis Roldán en París en abril de 1994, antes de su fuga que duró un año, y a Francisco Paesa, diez años después, también en la capital francesa, cuando se hacía pasar por muerto, la de Corinna ha sido la entrevista la más importante de mi trayectoria profesional.
La ex compañera sentimental de Juan Carlos no ha vetado ninguna de las preguntas de los periodistas. Es de justicia reconocerlo porque la entrevista gana una mayor veracidad. Sólo –y es entendible– ha condicionado aquellas cuestiones que pueden afectar al desarrollo de los procesos judiciales. Pero, aún así, hemos disfrutado de libertad para tratar con Corinna todos los temas relacionados con las causas investigadas en Ginebra y Madrid.
El lugar del encuentro, la suite Sutherland del Hotel Connaught de Londres, en el corazón del distrito exclusivo de Mayfair, fue convertido por nuestro equipo en un visual set televisivo. Eso sí, hemos respetado todas las medidas anti Covid tanto las exigidas como las no impuestas por las autoridades británicas: prueba negativa de PCR realizada en las últimas 48 horas, respeto de la distancia de seguridad y uso de mascarilla obligatoria durante los tiempos en los que no se realizaba la entrevista. Esas fueron las únicas condiciones que nos impuso la princesa alemana: “Nosotros somos los primeros que tenemos que dar ejemplo”, exigió. Y tal cual lo cumplimos.
Corinna acude a la cita con OKDIARIO vestida con un traje negro de chaqueta y pantalón y unas deportivas Nike, que antes de empezar la entrevista sustituye por unos zapatos de tacón mediano. La ex de Juan Carlos suele usar generalmente, en su día a día, zapatillas o zapatos planos. Tampoco exhibe joyas lujosas. Sólo luce un colgante con un corazón de brillantes, unos pendientes con silueta de flor de cuatro pétalos y un reloj Panerai de correa de cuero marrón. Nada más. Tampoco lo necesita.
La princesa alemana, que mantuvo una relación sentimental con Juan Carlos de poco más de cinco años entre 2004 y 2009 y de pura amistad hasta 2014, después del accidente de Botswana, conserva la misma figura estilizada que ustedes habrán visto en cientos de fotografías en los medios de comunicación. La misma media melena, los mismos ojos vivaces y la misma sonrisa cautivadora. Nos comenta que era reacia a concedernos la entrevista porque tiene un miedo atroz a colocarse delante de una cámara. Dice que carece de experiencia y que apenas ha podido conciliar el sueño la noche anterior. Al principio denota un cierto nerviosismo, pero pronto su fuerza fotogénica se hace con el control del escenario. Exagera porque con unas cuantas clases podría presentar un informativo en la CNN o BBC.
El hotel de la Reina Madre y De Gaulle
El lugar de la entrevista, el excelente hotel Connaught, que nos ofrece todas las facilidades para realizar nuestro trabajo, reúne un encanto exclusivo. The Connaught fue la residencia favorita en Londres de la Reina Madre y el refugio del general Charles De Gaulle durante su exilio de la Segunda Guerra Mundial.
Y la suite Sutherland, en honor del pintor Graham Sutherland que tiene repartidas varias de sus obras por todo el hotel, supura el lujo de un hotel de cinco estrellas, pero de difícil adaptación para una entrevista televisiva. Está recargada de muebles, lámparas y cuadros y una moqueta de color crema cubre toda la zona central. Un mini bar de estilo oriental y una gran mesa delimitan la estancia. Me sorprende el contenido de la biblioteca donde encuentro una colección de la revista Bética de Sevilla, en español, de los años 1913-1917.
La suite Sutherland presenta un morbo especial. Se halla a escasos metros de otra estancia del hotel donde Corinna se citó con el director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Félix Sanz Roldán, el 5 de mayo de 2012, unas semanas después del escándalo de la cacería africana.
Esas cuatro paredes de la suite del Connaught, un edificio de ladrillo rojo que sigue abierto desde 1897, se habían convertido en la morada familiar de Corinna mientras concluía unas obras en su casa de Eaton Square. Muy cerca del hotel. Durante un desayuno, que no llegó a los 40 minutos, el teniente general malversó la nobleza de algunas de sus cuatro estrellas para abusar de la confianza de la princesa alemana. Se atrevió a amenazarla de manera velada, como denunció después Corinna.
Sin duda alguna, el duende del duque de Connaught, séptimo hijo de la Reina Victoria y de Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotta, de quien el hotel adoptó su nombre, se retorcería en su tumba del Mausoleo Real de Frogmore, en Windsor, por la falta de caballerosidad de un teniente general.
Corinna no se muerde la lengua y confirma el miedo que pasó ante Sanz Roldán. Más claro agua. Creo que es la primera vez que cuenta con elocuencia y credibilidad lo que ya calificó como una escena de terror. Se sobreentiende que el general no empleó los métodos más propios de la Mafia italiana o de los narcos: “Te vamos a pegar cuatro tiros si no cierras la boca”. Así lo vemos en las películas, pero los generales de 4 estrellas son más sutiles. Corinna lo explica convincentemente en la entrevista.
Un acoso que escandaliza
La ex de Juan Carlos reconoce que a partir de ese momento tuvo que soportar durante años un acoso insufrible. Vean la entrevista y escandalícense. Todo un operativo, pagado con fondos reservados, que sufragaban con los impuestos de los españoles, retirados de la caja fuerte del CNI para controlar a la que había dejado de ser la novia del jefe del Estado. El dinero aprobado por el Congreso para perseguir a terroristas, narcos y crimen organizado destinado resolver los líos de faldas de Su Majestad, como en el siglo XIX.
Los agentes de los servicios secretos no buscaban papeles comprometedores para el Estado. En realidad, se movían por los intereses privados el ex monarca. Corinna cuenta en la entrevista cuál era la verdad.
Sanz Roldán la calificó de “problema para la Seguridad Nacional”, pero con el tiempo nos estamos enterando de que el verdadero problema para España era el propio general. Y si no, que pregunten a Juan Carlos y a Felipe VI en el lío en que los ha metido. Lean la entrevista estos días y se enterarán por qué soy tan contundente. En todo caso, Corinna sería un peligro para los negocios ocultos y la caja B en sociedades offshore de paraísos fiscales de Juan Carlos.
A Corinna, desde el CNI, algunos medios de comunicación y la Casa del Rey le confeccionaron un traje -y no era ni de Chanel ni de Gucci- para presentarla como una comisionista, una cortesana palaciega y un peligro para la Monarquía. Desde Zarzuela, el equipo habitual del entonces monarca, entre quienes destacaba el periodista Javier Ayuso -que ahora va de cloacólogo- desplegaba una campaña virulenta para enlodazar a la princesa alemana. Y lo consiguieron. Hasta que la apertura de la investigación en Ginebra por el fiscal Yves Bertossa contra los testaferros de Juan Carlos aclaró de qué iba todo aquello.
Durante la entrevista Corinna aclara muchas de las leyendas urbanas y proclamas maledicentes desatadas desde el entorno de su ex novio. También el globo sonda sobre el supuesto palacio de La Angorrilla que echaron al vuelo para dar a entender que Corinna vivía en El Pardo como una Reina. Toda una patraña. Les aseguro que ese pasaje se trata de uno de los más divertidos de las confesiones.
Y, por último, la princesa Sayn Wittgenstein -¡cuánto les fastidia a algunos que la llamemos así! – ya fuera de los objetivos de las cámaras, nos cuenta a Eduardo y a mí las invectivas que tuvo que soportar cuando se encontró a los pies de los caballos: ni es una bruja, ni es una cortesana, ni es una comisionista que se aprovechara del entonces Rey, ni es republicana. Su modelo de Monarquía son las Casas Reales del norte de Europa y la de los Borbón, según ella, no se asemeja a ninguna de ellas. Le molesta también que bromeen con el juego de palabras del Covid y su nombre. Nada de “corinnavirus”. Lo que se ha producido para ella es un “coronavirus”. OKDIARIO ha sido testigo de su última palabra, en exclusiva mundial.
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