Protestas en Túnez contra el Gobierno 

Túnez

Los disturbios estallaron en varias regiones el viernes,en Túnez,  el día después del décimo aniversario de la caída de Zine el Abidine Ben Ali, que fue expulsado del poder por la turba el 14 de enero de 2011. El mes de enero se caracteriza regularmente por las movilizaciones sociales en Túnez, en conmemoración del inicio de la Primavera Árabe.

Después de tres noches de enfrentamientos entre la Policía y jóvenes manifestantes en zonas marginales de todo el país, el Ministerio del Interior anunció el lunes por la mañana más de 600 detenciones, según el portavoz del Ministerio Khaled Hayouni.

Tras la quinta noche de disturbios entre grupos de jóvenes y Policía en medio de una crisis política y el endurecimiento de las restricciones para frenar la pandemia del coronavirus, las fuerzas de seguridad tunecinas detuvieron el martes a un total de 432 personas en distintos puntos del país.

Unas horas antes, un puñado de personas se había reunido frente al tribunal de Túnez para pedir la liberación de los jóvenes detenidos en los últimos días, muchos de los cuales son menores de edad.

En Túnez, los manifestantes, entre los que se encontraban muchos estudiantes, corearon los lemas de la revolución de 2011, «trabajo, libertad, dignidad nacional» en la principal arteria del país, la Avenida Bourguiba, para protestar contra el Gobierno y reivindicar el alto coste de vida, el aumento de la pobreza y los arrestos aleatorios en el país.

Los manifestantes desafiaron la prohibición de las reuniones decretada ante el deterioro de la situación epidemiológica en las últimas semanas. A pesar del confinamiento impuesto del 14 al 17 de enero, las calles de varias ciudades tunecinas se han llenado todas las noches desde el viernes con jóvenes de diferentes barrios.

Muchos tunecinos están cada vez más hastiados por la gestión del Gobierno en cuanto a unos servicios públicos deficientes y una clase política que ha demostrado repetidamente su incapacidad para gobernar de manera coherente.

Túnez se encuentra inmerso en una profunda crisis económica, agravada aún más por la pandemia. El PIB se redujo en un 9% el año pasado, los precios se han disparado y un tercio de los jóvenes están desempleados. Además, el sector turístico ha recibido un golpe devastador por la pandemia. En el primer semestre de 2020, la tasa de desempleo pasó del 15% al 18%, según el Instituto Nacional de Estadística (INS).

Los jóvenes se han reunido en las calles para hacer oír su ira contra el Gobierno, causando disturbios, lanzando piedras, quemando neumáticos, saqueando tiendas, y enfrentándose a la Policía, desplegada en decenas de localidades. Una Policía que no ha dudado en intervenir cada vez, tomando represalias con gas lacrimógeno y arrestando a cientos de personas.

Varias organizaciones de Derechos Humanos acusaron a los cuerpos de seguridad de hacer un uso excesivo de la fuerza y anunciaron la creación de un comité de apoyo jurídico para los detenidos además de una plataforma online para recoger testimonios de abusos policiales.

En Ettadamen, el suburbio más poblado de la capital y uno de los más desfavorecidos, los jóvenes levantaron barricadas y lanzaron piedras, mientras agentes de la Policía y la Guardia Nacional respondían con gases lacrimógenos para dispersar la multitud, lo que enfureció a numerosos vecinos que alertaron del gas que inundaba sus domicilios.

El primer ministro, Hichem Mechichi, ofreció un discurso televisado a la nación para tratar de calmar las protestas. «Entiendo a los manifestantes y su deseo de expresarse, pero nada justifica no respetar el toque de queda nocturno, ni el pillaje ni la degradación de bienes públicos y privados», declaró.

En una sesión parlamentaria celebrada esta jornada, el ministro de Defensa, Brahim Bartagi, reveló la detención de elementos extremistas infiltrados entre los manifestantes en posesión de armas blancas y cócteles molotov.

El Parlamento tunecino celebrará el próximo 26 de enero el voto de confianza para la remodelación del Gobierno del primer ministro, Hichem Mechichi, propuesta apenas cinco meses después de su formación y que afecta a once de sus veinticinco carteras.

Presionado por sus aliados en el Parlamento, el islamista «Ennahda» y el liberal «Corazón de Túnez», el jefe de Gobierno introdujo once nuevas caras, todos ellos hombres y en su mayoría colaboradores estrechos. Aunque la Constitución no le obliga a buscar apoyo en la cámara, el dirigente decidió confirmar su legitimidad en medio de una crisis política entre las tres presidencias del país.

En las redes sociales, algunos tunecinos atribuyen la violencia a la incapacidad de la clase política para mejorar la situación, mientras que otros acusaron a varios partidos políticos de utilizar los disturbios para «crear el caos» e instrumentalizar a la población.

Los más jóvenes vuelven a ser los protagonistas de estas revueltas, sin embargo, al no haber un programa claro, un liderazgo político o el respaldo de los principales partidos, no está claro si las manifestaciones cobrarán impulso o se extinguirán, como lo han hecho muchas otras protestas anteriores desde 2011.

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