Una marea de británicos se salta los controles de seguridad para ver el féretro de Isabel II

La locura se ha desatado en las calles de Londres. Los británicos no se han querido perder el funeral de Isabel II y han ocupado las calles dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de ver el féretro de la monarca, lo que ha llevado a muchos de ellos a saltarse los controles policiales para dar el último adiós a la reina. Ataviados con banderas, sillas, flores y bolsas con comida para aguantar horas persiguiendo al cortejo fúnebre han desatado el caos cerca del famoso Hyde Park, desde donde retumba el ruido de los cañones.

«Están dispuestos a hacer lo que sea con tal de ver el féretro de la reina Isabel II», ha explicado un trabajador de seguridad en conversaciones con OKDIARIO. Así, una marea de gente ha burlado los controles policiales y ha ignorado las indicaciones de los agentes para mantener el orden durante el acto.

Los agentes, totalmente desbordados pese al gran despliegue, se han visto obligados a usar cordones de seguridad para controlar a las miles de personas que inundaban los aledaños de Hyde Park para escuchar los cañonazos en honor de la reina. No sólo en esta zona, sino prácticamente en todas las calles de la capital británica.

Más de 1.500 agentes de refuerzo

La capital británica ha extremado en los últimos días la seguridad y desde que el féretro de la reina Isabel II aterrizara en Londres se han vallado las principales calles, parques y plazas de la ciudad. Además, más de 1.500 agentes de refuerzo se han desplazado a la capital británica para garantizar la seguridad en el funeral del siglo. La seguridad es extrema pero no ha conseguid controlar al millón de personas que ha salido a las calles para dar el último adiós a la monarca.

Las autoridades han instado a los ciudadanos a limitar sus movimientos este lunes, ya que varias estaciones de metro permanecerán cerradas. Numerosas empresas han anunciado el cierre de tiendas y otros establecimientos este lunes, declarado día festivo por orden de Carlos III.