ENTREVISTA A BEATRIZ BECERRA | EURODIPUTADA INDEPENDIENTE DEL GRUPO ALDE

Beatriz Becerra: «La UE es un milagro, debemos defenderla de Podemos o Le Pen, que son muy eficaces»

Beatriz Becerra
Beatriz Becerra, eurodiputada independiente de la Alianza de Liberales y Demócratas Europeos.

El grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas Europeos (ALDE) vive encorsetado entre las dos opciones mayoritarias tradicionales: socialistas y populares. Es precisamente esa condición la que, por un lado, los tapa ante los focos y, por otro, les permite defender sus ideas con menos vasallajes partidistas. Son ‘los independientes’ dentro de la mayoría europeísta del Parlamento Europeo. Y Beatriz Becerra es ‘la independiente’ dentro de estos ‘independientes’. Su no adscripción a partido político alguno —fue elegida en las listas de la cuasi-extinta UPyD en 2014— le quita resortes para aparecer en sus pantallas, pero le ofrece una enorme libertad de acción. Libertad para una liberal, ¿acaso hay un mejor ecosistema para defender los derechos de los ciudadanos, la igualdad de oportunidades, el «milagro que es la UE»? Es difícil entrevistar a alguien que se crea más su trabajo, la democracia y el proyecto europeo.

PREGUNTA.– Muchos de los desafíos que afrontan hoy los europeos se salen de sus fronteras: refugiados, derechos humanos… ¿Es la UE, el Parlamento Europeo, el foro adecuado para lidiar con ellos?

RESPUESTA.– El Parlamento Europeo es la institución que representa a los ciudadanos, porque somos los únicos que estamos elegidos por ellos. Pero los europarlamentarios no debemos defender los derechos humanos sólo en nuestro ámbito territorial. Entre otras cosas, porque todos los europeos estamos sujetos a los convenios internacionales, a los tratados y a la carta de derechos fundamentales. Lo que hasta ahora se consideraba el ‘soft power’ de la Eurocámara —es decir, derechos humanos, desarrollo, ayuda humanitario, acceso igualitario a las oportunidades…— es realmente el ‘strong power’, porque es lo que nos diferencia. Es la ventaja competitiva de Europa. Si la UE está llamada a desempeñar un papel relevante en el contexto global es en la defensa sin fisura de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de la democracia en el mundo. Y así se nos reconoce. Europa difícilmente podrá competir en términos de rentabilidad, de industrialización o salarios. Para todo el mundo, EEUU, Asia… está mucho más claro lo que significa Europa que para los que estamos dentro de la UE.

P.– ¿Y a qué atribuye usted esa falta de identificación de los europeos con esos valores?

R.– Por un lado, a una razón generacional. Es decir, el milagro que significa la UE de superación de siglos de guerra, ser ciudadanos con derechos en un ámbito de 500 millones de habitantes, con libertad de movimientos, de capitales, de servicios… Después de 60 años, se da por descontado, como si siempre hubiera estado ahí. Y no es así. Esa garantía democrática hace que los ciudadanos a veces se olviden de que hay que ganársela y reivindicarla cada día. Y eso está ocurriendo: se ven derechos en involución dentro del territorio europeo. En términos de igualdad, de respeto a las minorías, en la no discriminación. Incluso en cuestiones económicas… Lo vemos en el Brexit y en algunos países del Este, como Hungría o Polonia. Pero hay otro aspecto clave: los gobiernos de los Estados miembros se han ocupado de que los ciudadanos no tengan una conciencia clara de cómo funcionan las instituciones europeas. Porque ese magma que parece Bruselas les permite que cuando las cosas van bien, decir en casa ‘mira lo que hemos conseguido’, y cuando van mal, ‘mira lo que nos han impuesto’. Eso lo debemos romper.

«La UE sirve para cosas concretas: sentencias como la de Facebook y la de Apple, para defender derechos de los ciudadanos en el Brexit…»

P.– ¿Y de qué manera se puede hacer esto? Nos rodea el Brexit, Polonia y Hungría, los populismos crecientes…

R.– Pues mire, ejemplos como el del Brexit nos dan una buena medida de cuánto son capaces de movilizarse los ciudadanos para quitarle herrumbre y moho a la carta de derechos. Y hablo de los europeos que están viviendo en Reino Unido. Este martes he estado en Londres para verme con las asociaciones ciudadanas que se han movilizado en defensa de esos derechos que daban por garantizados por la UE, y ahora ven en peligro. El trabajo conjunto con nosotros, las instituciones europeas, ha logrado que en la negociación del Brexit impongamos que la garantía de los derechos de los europeos que viven en Reino Unido y de los británicos que viven en Europa se negocie de forma prioritaria y separada. Sin blindar sus derechos, no se pasará a la siguiente fase de negociación.

P.– Póngame ejemplos…

R.– Son cosas muy concretas: en Reino Unido se ha vulnerado persistentemente directivas como la garantía de asistencia sanitaria. En Polonia ha habido iniciativas del gobierno ultraconservador para retroceder en la regulación de la interrupción del embarazo. Se ve también en los acuerdos europeos sobre el derecho de asilo de los refugiados en Hungría. Lo vemos con la persecución y discriminación a la población LGBTI, en la protección a los menores… Sí hay un marco legal de garantía de derechos pero hay una necesidad de hacerlo cumplir. Gracias al Tribunal de Justicia Europeo y a la comisaria de Competencia se han tomado decisiones como la última de Facebook o la anterior con los impuestos de Apple en Irlanda…

Beatriz Becerra
La parlamentaria europea Becerra, en un momento de la entrevista. (Foto: OKD)

P.– ¿Qué reto tiene ahora mismo la UE para ser vista como útil? Y así recuperar la conexión con la ciudadanía…

R.– Lo primero, no tener complejos en reivindicar y repetir lo que cada día nos demuestra que la UE es un milagro y la mejor manera de estar en el mundo. Estamos en un tiempo en que es mucho más fácil quejarse y dejarse llevar por discursos destructivos y pesimistas. No hay que ser un iluso, pero sí realista. Y eso es caer en la cuenta de que vivimos en la mejor de las estructuras democráticas posibles, y por eso medio mundo quiere venir aquí. Y eso es algo que se nos olvida. No debemos cansarnos de repetir las cosas buenas. Porque los que de forma sistemática insisten en destacar lo que es mejorable o debe cambiarse tienen más presencia que quienes hablamos de lo que es bueno. Si uno va a google y hace una búsqueda, aquello que se ha repetido más aparece primero, es un modo gráfico de verlo. Creo que hay un enorme ámbito de posibilidades que los ciudadanos no conocen y que debemos hacerlo conocer.

«Podemos, IU, Farage, Le Pen… hay más populistas y eurófobos que nunca, y no trabajan por los ciudadanos sino por sus intereses partidistas»

P.– Esos que sólo insisten en lo malo, ¿quiénes son?

R.– ¿A nivel europeo…?

P.– Sí

R.– Mire, en esta legislatura que comenzamos en 2014 la configuración del Parlamento Europeo ha cambiado. El peso que tienen las formaciones eurófobas, xenófobas, de ultra derecha o ultra izquierda, populistas y desintegradoras de la Unión es mucho mayor que fue nunca. Y que estos representantes tengan la misma capacidad de voto que los europeístas hace que su capacidad de intentar destruir lo construido sea patente. No sólo son el eurófobo Farage o la xenófoba Le Pen… también se ve en la autodenominada izquierda europea: como el francés Mélenchon o la unión de Podemos e Izquierda Unida. De modo insistente han querido menoscabar los acuerdos de libre comercio, que son esenciales para el progreso y el bienestar. Se posicionan sistemáticamente en contra de resoluciones por vulneración de derechos humanos en determinados países, como Venezuela o Nicaragua… Esa actividad sectaria e interesada desde un punto de vista partidista y nacional es desintegradora para lo que toda Europa necesita: lo social, lo económico, lo integrador… Así que en 2017, más que en 2014 cuando empezó la legislatura, es más importante que sigamos luchando contra esos discursos.

P.– ¿Eso quiere decir que estos grupos —Podemos, UKIP, Amanecer Dorado, FN…— son peligrosos para los ciudadanos y sus derechos?

R.– Los partidos que sólo buscan culpables externos para los problemas y distorsionan y manipulan de manera sistemática las circunstancias políticas en su propio interés, obviamente no están trabajando por el bien de los ciudadanos, sino por el suyo propio. Hay que valorar qué tipo de iniciativas han sacado adelante, cuál ha sido su postura en la defensa de principios fundamentales de la Unión… y eso son hechos, no opiniones. Pero no podemos olvidar que estos grupos han sido votados por sus electores. Es decir, a Pablo Iglesias en su día y los que hoy quedan de Podemos, IU, Syriza, Amanecer Dorado, o el FN los han votado. Será por algo. No se puede achacar sólo a mala información, ignorancia de cómo funcionan las instituciones… Esa pujanza de los mensajes populistas, que por definición son simplistas, en el fondo es porque no estamos siendo capaces de desmontarlos. Bien por exceso de confianza, bien por dar por descontadas demasiadas cosas como que la democracia es el mejor sistema posible y que todo el mundo cree en eso. No podemos dar nada por descontado. Mire el histórico: cómo van a votar el Brexit, cómo van a votar los estadounidenses a Trump… Pues pasa, y puede volver a pasar.

«En el PSOE han llamado renovación a la incoherencia, es un nuevo modelo Corbyn, y tendrá las mismas consecuencias»

P.– En este sentido, la victoria de Pedro Sánchez en el PSOE asumiendo que Cataluña es una nación y escorándose tanto a la izquierda de Podemos, ¿la considera usted un riesgo?

R.– En el contexto de la crisis de la socialdemocracia europea, parece una demolición desde dentro. Lo hemos visto en Italia, en Francia, en Reino Unido… En España, nos hace diferentes que somos capaces de inventarnos palabras para describir cosas que tienen otro nombre. Es decir, han reelegido al que era líder del PSOE y tuvo un resultado histórico de fracaso permanente, que además se ha movido en una constante incoherencia. Llaman renovación a la inconsistencia, a la no credibilidad. Por supuesto que un político debe saber rectificar, pero un partido es útil para la sociedad si tiene votantes. Basarse sólo en la militancia es ser muy miope con el papel del PSOE en España. La caída del bipartidismo como sistema es innegable, pero en España la revisión, la regeneración de planteamientos, de objetivos, de liderazgo, no se ha hecho de manera profunda. En el PSOE asistimos a un nuevo ‘modelo Corbyn’ de Reino Unido, con las consecuencias que eso va a tener allí, y aquí.

Beatriz Becerra
Beatriz Becerra habla para OKDIARIO en Madrid. (Foto: OKD)

P.– ¿A qué se refiere?

R.– A que si esa necesaria reconstrucción interna se centra sólo en un asalto al poder caiga quien caiga es una mala noticia para España. El PSOE tiene un papel que desempeñar en España, tiene a la gente necesaria para hacerlo. Y creo, personalmente, que el espíritu y la altura política en un momento terrible que demostró Javier Fernández en la gestora, tenía mucho que decir en lo que es el PSOE. Pero esto de abolir cualquier vestigio de la historia propia y convertir un fracaso cierto en una reivindicación de que es algo nuevo, en plan David contra Goliat… esa actuación irresponsable de Susana Díaz en los tiempos, en los cómo y en los porqués y para qués, han pecado de falta de visión. La militancia es importante, pero un partido no gobierna con los militantes, sino con los votantes.

P.– Parece que la militancia elige siempre el modelo más radical dentro de sus opciones, pero lo votantes buscan algo más abierto…

R.– Eso es. Los militantes pueden acabar por encorsetar, radicalizar e incluso ‘hooliganizar’ una formación política. Se ha visto en Francia con Hamon, en Reino Unido con Corbyn… Y la visión del partido como instrumento al servicio de los intereses del país y de los ciudadanos debe de ser hacia fuera, buscar cuantos más votantes mejor que avalen tu modelo y lo voten. El modelo de democracia interna es por definición bueno, pero debe quedar claro qué se elige. ¿Cómo habría sido la elección Pedro Sánchez abierta a todos los ciudadanos? No es planteable. Porque no elegían candidato, sino al gestor de una organización, que deben hacerlo sus integrantes. Pero cuando se solapan los planteamientos, por causas internas o externas —cómo los medios lo afrontan y el espectáculo que se pone alrededor—, pues se pervierte el objetivo y el discurso. ¿Qué han elegido los militantes socialistas? ¿El candidato a presidente de Gobierno? ¿Al mejor gestor para una organización fracturada y con cuestiones internas por resolver? Ésa es la gran pregunta.

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