Estado Islámico sufre una serie de dolorosas derrotas en Irak y en Siria en los últimos meses
El grupo yihadista Estado Islámico (EI) sufrió una serie de derrotas en los últimos meses en Siria e Irak, pero la organización aún está lejos de ser vencida, consideran varios expertos.
El último revés del EI tuvo lugar el domingo, cuando el ejército iraquí retomó la ciudad de Ramadi, capital de la provincia occidental de Al Anbar, que los yihadistas habían conquistado en mayo.
En ese mismo mes, la organización yihadista había tomado la ciudad antigua de Palmira, en Siria, demostrando que era capaz de extender su autoproclamado ‘califato’ en el país y en el vecino Irak.
Pero el grupo fue cediendo terreno en Irak, perdiendo las ciudades de Baiji, Sinjar y Ramadi, y en Siria, donde una coalición árabe y kurda le quitó el domingo el control de la presa de Tishrin (norte).
Credibilidad mermada
«Para el EI que se reivindica como un Estado, el control del centro de las ciudades y de las infraestructuras claves es importante, pero (las recientes) derrotas merman la credibilidad de esta reivindicación», opina Firas Abi Ali, analista del instituto británico IHS Jane’s especializado en cuestiones de defensa.
Pero la reconquista de Ramadi es, sobre todo, una victoria simbólica, matizan algunos expertos. «El EI sigue siendo capaz de lanzar ataques en Irak sin Ramadi, una ciudad más importante para las fuerzas de seguridad iraquíes que para el EI», considera Patrick Martin, analista del Institute for the Study of War, con sede en Washington.
Los yihadistas lograron evacuar un gran número de vehículos y armas antes del inicio de la batalla de Ramadi, indicó un alto oficial de las fuerzas antiterroristas de élite que retomaron la ciudad.
Sin embargo, el hecho de ganar batallas, aunque no tengan un gran interés estratégico, es importante para la moral de las tropas que luchan contra el EI, recuerda Patrick Skinner, del gabinete de consultores Soufan Group, especializado en inteligencia.
‘Menos triunfal’
Según él, el último mensaje de audio del líder del EI, Abu Bakr al Bagdadi, difundido la semana pasada, era «menos triunfal» que los anteriores.
Abi Ali abunda en esta idea y cree que las amenazas proferidas contra Israel son una «señal de que el Estado Islámico está en crisis».
«La popularidad de la retórica antisionista en la región lleva a los dictadores a pensar que es una garantía de respaldo de las multitudes. La utilizan para desviar (la atención de los habitantes) de otros problemas», asegura.
Más allá de contar las victorias y las derrotas de cada bando, numerosos expertos prefieren analizar la nueva ecuación militar que permitió las recientes victorias contra el EI.
En Sinjar, unas facciones rivales kurdas expulsaron a los yihadistas de la ciudad con la ayuda de los bombardeos de la coalición internacional antiyihadista liderada por Washington.
También fueron los kurdos quienes lideraron la lucha contra la organización en el norte de Siria.
La toma de Ramadi fue, sin embargo, obra del ejército iraquí, que no recibió el apoyo de los grupos paramilitares chiitas, que habían desempeñado un papel central en la guerra contra el EI hasta el momento. «El hecho de restaurar la capacidad de las fuerzas iraquíes es muy importante», afirma Abi Ali.
«La reconquista metódica de Ramadi, con el respaldo aéreo de la coalición limitando los movimientos del EI (…) en los barrios urbanos, demostró su eficacia. El método podría utilizarse de nuevo en Faluya», bastión yihadista situado entre Ramadi y Bagdad, opina Skinner.
Para Abi Ali, las fuerzas kurdosirias lo tendrán más difícil en su avance hacia Raqa, capital de facto de la organización yihadista en Siria. Pero, si el EI sigue sufriendo derrotas, podría retirarse a Libia, donde ya controla la ciudad de Sirte, a unos 450 kilómetros al este de Trípoli.
«Aún es demasiado pronto para anunciar la muerte del Estado Islámico», asegura Abi Ali. «Las ideologías de la yihad y el islam político siguen siendo fuertes», advierte.