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Dos ‘plantados’ torturados por Fidel Castro: «Es una pena que muriera sin pagar por sus crímenes»

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Luis Balcarce

El 19 de noviembre llegará a los cines de España Plantados, una historia sobre los presos encarcelados en el inicio de la dictadura de Fidel Castro, dirigida por Lilo Vilaplana, de origen cubano que tras una exitosa carrera como cortometrajista, da el salto a la dirección de largometrajes. Como motivo de su estreno, OKDIARIO ha entrevistado a Maritza Lugo y Ernesto Díaz, dos de los históricos plantados a los que homenajea la película.

Plantados, es la historia de un grupo de presos políticos cubanos en los inicios de la dictadura castrista. Después de haber luchado contra la dictadura de Batista, terminaron presos a manos del tirano comunista. Se negaron a someterse a un plan de reeducación a cambio de reducir sus condenas, por lo que fueron objeto de vejaciones y torturas.

La película entrelaza dos líneas en el tiempo: la actual cuando uno de aquellos presos, ya de edad avanzada que vive en Miami, tras 25 años en prisión, se encuentra con uno de los esbirros que le torturaba. A partir de ahí comienza un viaje al pasado recordando todo lo vivido como plantado, mote viene, como dice uno de los personajes de la película, de esos árboles de raíces muy fuertes que nadie puede mover del sitio en el que están.

Ernesto Díaz, con 82 años, no atisba rencor ante los carceleros y torturadores que le sometieron durante 22 años a las peores vejaciones. «Plantados significa dignidad, honor, razón, perseverancia de un hombre que no quiere ceder ante la maldad». Tanto él como Maritza Lugo (1963) no exigen venganza sino justicia: «62 años después, todo fue una mentira y un engaño. Fidel Castro fue rey sin corona. Es una pena que muriera sin haber pagado por sus crímenes».

«Tenemos puesto la esperanza en la juventud porque sí se puede alcanzar la democracia si se lucha por ella. No tenemos odio pero sí queremos justicia. Nosotros nunca tuvimos abogados que nos defiendan. Nunca va a haber paz donde no hubo justicia», dice Lugo, que salió en libertad en 1999.

«El haber estado separada de mis hijas y mi marido fue muy difícil. El preso sufre mucho pero la familia sufre más. Ellos tenían que buscar alimentos para poder ayudar a sus familiares en la cárcel donde no hay qué comer. Mis hijas eran mis enemigas en Cuba porque el régimen les hizo creer que yo las había dejado solas porque estaba loca y que era una mala madre que no se portaba bien. Una vez que se fueron al exilio entendieron la causa por la que luchaba», cuenta Maritza.

La película comienza con el encuentro fortuito de uno de los plantados con su torturador. «El régimen cubano está constantemente buscando infiltrar a los suyos en el anticastrismo. Hay que estar muy vigilantes porque estos carceleros tienen una causa por sus crímenes», explica Díaz.  «La mejor venganza es ser diferente al enemigo. Yo no puedo desearle sufrimiento a mi carcelero y torturador. Solo pido justicia», agrega Lugo.

«Esta película tardó 20 años en hacerse porque los guionistas no querían señalar nada negativo contra Fidel Castro, querían hacer una película a favor del régimen. El Gobierno de España tiene que asumir la responsabilidad de su silencio ante la tiranía comunista de Cuba que lleva 62 años aniquilando a nuestro pueblo», dice Díaz.

Este plantado interpela a la izquierda española que tiene sueños húmedos con la dictadura cubana, tanto que ni siquiera se atreve a llamarla «dictadura»: «Habría que preguntarse a estas personas que guardan silencio ante la tiranía qué pasaría si en España serían felices con un régimen de partido único durante 62 años, esa es la pregunta clave».

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