Destacamentos de Estados Unidos y Emiratos realizan maniobras militares en Abu Dhabi

Donald Trump, presidente de EEUU @EP
Donald Trump, presidente de EEUU @EP

Los Ejércitos de Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Estados Unidos han protagonizado actividades conjuntas en el desierto de Abu Dhabi con el objetivo de favorecer dinámicas bélicas de ambas fuerzas.

Unos ejercicios denominados ‘Iron Union 12’, lo que da muestra nuevamente del vínculo y el estrecho lazo existente entre ambas naciones, aliadas sobre el terreno en Oriente Medio frente a otro polo opositor encabezado, sobre todo, por Irán, gran rival de la coalición árabe representada en gran medida por Arabia Saudí y el país emiratí.

Las maniobras castrenses fueron supervisadas en todo momento por el teniente general Saleh Mohamed Saleh al-Ameri, comandante de las Fuerzas Terrestres de EAU, y el general James McConville, jefe del Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, según información de la agencia de noticias emiratí WAM.

Al-Ameri ensalzó el buen hacer de las tropas desplegadas y su buena coordinación y profesionalidad. Todo encaminado a favorecer las estrategias de combate de los Ejércitos emiratí y norteamericano sobre el terreno desértico, en previsión de estar en guardia ante alguna posible coyuntura de confrontación.

Por su parte, el general McConville también tuvo tiempo de visitar el monumento Wahat al-Karama este martes, donde situó una corona de flores en honor a los soldados emiratíes que fallecieron en servicio. La autoridad militar norteamericana dejó un conmovedor mensaje en el registro habilitado mostrando su mayor respeto por los mártires emiratíes.

El desarrollo de este tipo de maniobras pone de manifiesto la intranquilidad existente en la actualidad en Oriente Medio, región cuya seguridad se ha visto amenazada en los últimos meses por el conflicto existente entre la práctica totalidad de la comunidad árabe e Irán, país al que se acusa de determinados episodios de incidentes relacionados con buques petroleros en aguas del Golfo y de estar detrás de ofensivas contra infraestructuras petroleras, armamentísticas y aeroportuarias en territorio de Arabia Saudí. Algo que ha venido siendo negado por el régimen de los ayatolás en diferentes ocasiones.

Este reciente escenario viene desatado por las sanciones que Estados Unidos impuso a Irán por incumplimientos del pacto nuclear del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), suscrito en 2015 entre estos dos países y Rusia, Francia, Alemania y Reino Unido, por el que se limitaba el programa atómico persa a cambio de beneficios políticos y económicos.

El Ejecutivo de EEUU liderado por Donald Trump abandonó este acuerdo en 2018 tras acusar a Irán de violarlo e impuso duras sanciones políticas y económicas a la Administración persa; destacando, sobre todo, las relacionadas con el comercio de crudo, su principal fuente de financiación.

A esta iniciativa respondió el mismísimo Hasan Rohaní, presidente de Irán, asegurando que seguirían comerciando con su petróleo y amenazando con bloquear las aguas del Golfo pérsico y el estrecho de Ormuz, principal zona de paso del comercio petrolero mundial.

Ya en este punto es cuando se empezaron a suceder diversos ataques e incidentes relacionados con cargueros, que pusieron en entredicho la seguridad marítima en esta zona, y operaciones de agentes proiraníes contra intereses en territorio saudí; lo que provocó la condena internacional y de la práctica totalidad de la comunidad árabe. Postura que se puso de manifiesto mayoritariamente en las pasadas Cumbres de La Meca, organizadas por el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y la Liga Árabe, en las que se acusó a Irán de “amenazar la seguridad mundial”.

El único país que puso la nota discordante en este cónclave fue Qatar, que se desmarcó de las resoluciones de condena y que estrechó lazos con el Estado iraní, uno de los principales socios comerciales del país qatarí desde que a este se le impuso un bloqueo político y económico por parte de Arabia Saudí (gran baluarte de la confesión islámica suní y gran enemigo de Irán, cabeza visible del chiismo), EAU, Bahréin y Egipto; naciones todas ellas que han justificado este embargo tras acusar a Qatar de apoyar a grupos terroristas, como los Hermanos Musulmanes, y de entrometerse en los asuntos internos de otros países.

EAU ya se unió en su día a la Operación Centinela (Sentinel), rebautizada como Constructo de Seguridad Marítima Internacional (IMSC, por sus siglas en inglés), encaminada a garantizar la seguridad del estrecho de Ormuz y otros puntos críticos circundantes como Bab al-Mandab, el mar de Omán y el golfo Arábigo.

“La adhesión de los EAU a la alianza se realiza en apoyo de los esfuerzos regionales e internacionales para disuadir las amenazas a la navegación marítima y el comercio mundial, y con el fin de asegurar el flujo de suministros de energía a la economía mundial y contribuir al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales”, declaró hace tres meses el director del Departamento de Cooperación de Seguridad Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional, Salem Mohammed al-Zaabi. Arabia Saudí también se sumó al IMSC, liderado por Estados Unidos, y Bahréin se unió a la Operación después de Reino Unido y antes de Australia, los otros dos países que forman parte de esta.

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