China reniega de la Revolución Cultural de Mao en su 50º aniversario
La culpa de todo la tiene Mao Zedong. Eso dicen los medios oficiales chinos estos días en que se celebra el 50º aniversario de la Revolución Cultural… ¿Se celebra? No. Es más, se reniega de ella. El movimiento de masas liderado por el fundador de la actual China se dirigió contra líderes del Partido Comunista a los que se acusaba de traidores por ser, supuestamente, partidarios del «camino capitalista». Es evidente que al actual partido único de Pekín le queda poco de comunista aunque le quede todo de único. Tanto como para que todos los medios oficiales hayan bien soslayado bien criticado la aquel movimiento represor.
Los medios oficiales del Partido Único chino han defendido que tal caos no debería repetirse jamás. El aniversario de una época en la historia china marcada por la sangre, el caos y el terror ha tenido un gran eco en medios internacionales, no así en China, donde el silencio marca la línea editorial de los medios de comunicación.
Los 10 años de revolución cultural de Mao Zedong, siguen siendo un episodio doloroso en la historia del país. De 1966 a 1976, el padre fundador de la patria, Mao Zedong, quiso purificar el Partido Comunista eliminando a los elementos procapitalistas, desatando un caos de persecuciones políticas, purgas y terror colectivo que terminó con miles de vidas humanas.
Según los periódicos que escriben al dictado del Partido Comunista Chino, el caos de la Revolución Cultural no debe repetirse más. El Gobierno de Pekín ha restringido el debate sobre este periodo (1966-1976) para evitar que se dañe la legitimidad de su poder.
De hecho, este lunes muchos posts referidos a la Revolución Cultural en Weibo, el equivalente chino a Twitter, fueron censurados y la mayoría de los medios locales pasaron por alto el aniversario en sus informaciones.
En China no son pocos los críticos que claman por un análisis profundo de aquella purga interna del Partido Comunista que, al ser hegemónico en el país más totalitario y poblado del planeta, se convirtió en masiva. Los politólogos que defienden esta revisión aseguran que sin ella, podría repetirse el fenómeno. Pero, por supuesto, el oficialista Global Times lo cree innecesario. «Ya le dijimos adiós a la Revolución Cultural», indicó el diario estatal en un editorial publicado este martes.
«Hoy podemos decir de nuevo que la Revolución Cultural no puede volver ni volverá. No hay lugar para ella en la China actual», añadió el editorial.
El Diario del Pueblo, órgano de comunicación del Partido Comunista, no mencionó el lunes el aniversario, y afirmó que el país ha aprendido del pasado y evolucionado. China «no permitirá nunca más un error como el de la Revolución Cultural», afirmó, añadiendo que aquello fue «completamente erróneo, tanto en la teoría como en la práctica».
Desde el principio de la revolución cultural, el llamado libro rojo con citas de Mao se convirtió en la biblia de los jóvenes y en un instrumento de propaganda que dio pie a todo tipo de abusos. Millones de jóvenes se lanzaron a una caza de brujas eliminando a todos los que consideraron indignos de la ideología, incluidos sus padres o profesores. El resultado fue la desaparición de dos generaciones de intelectuales, la persecución de 36 millones de personas y hasta la muerte de entre 750.000 y 4 millones de ciudadanos chinos. Los jóvenes fanáticos que tenían entre 14 y 30 años se convirtieron en “Guardias Rojos” a sueldo del régimen.
La línea oficial del Partido sobre este asunto se decidió en la década de los 80, tras el proceso de la tristemente célebre “banda de los cuatro” en la que estaba la mujer de Mao: se cometieron errores y la revolución fue una tragedia pero ni la legitimidad de Mao ni la del partido estaban en entredicho. Y ni hubo ni se permitieron más debates al respecto.
Ya en 1981, el Partido Comunista chino dictaminó que la Revolución Cultural fue un grave error que «produjo agitación interna y trajo la catástrofe al Partido, el estado y el pueblo entero», una afirmación que según el Diario del Pueblo es «científicamente intachable». La resolución de entonces atribuyó toda la responsabilidad a Mao Zedong, y evitó la cuestión de la responsabilidad del partido.
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